En su discurso esta mañana a los 92 Obispos recientemente nombrados que participan en un curso en Roma, el Papa Benedicto XVI señaló que "la evangelización, de hecho, no es la obra de algunos especialistas, sino de todo el Pueblo de Dios, bajo la guía de los pastores".
En su discurso a los Prelados reunidos en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Papa se dirigió a los obispos participantes en el encuentro promovido por las Congregaciones para los Obispos y para las Iglesias Orientales. A ellos les dijo que "cada uno de los fieles, en y con la comunidad eclesial debe sentirse responsable de anunciar y testimoniar el Evangelio".
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Recordando que dentro de poco comenzará el Año de la Fe, en ocasión de los 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia, el Santo Padre dijo que "la nueva evangelización comenzó precisamente con el Concilio, que el beato Juan XXIII consideraba como un nuevo Pentecostés, que habría hecho florecer a la Iglesia, en su riqueza interior y en su extenderse maternalmente hacia todos los ámbitos de la actividad humana".
"Los efectos del nuevo Pentecostés, a pesar de las dificultades de los tiempos, se fueron prolongado, llegando a la vida de la Iglesia en todas sus formas: desde lo institucional a lo espiritual, desde la participación de los fieles laicos en la Iglesia hasta el florecimiento carismático y de la santidad".
Benedicto XVI recordó luego que "el Beato Juan XXII, abriendo el gran eje del Vaticano II proponía ‘un bálsamo hacia una penetración doctrinal y una formación de las consciencias’ y por esto añadía ‘Es necesario que esta doctrina cierta e inmutable, que debe ser fielmente respetada, se profundice y se presente de una forma que responda a las exigencias de nuestro tiempo’".
El Papa recordó a los obispos que "en cuanto miembros del colegio episcopal, de hecho, deben tener siempre una especial solicitud por la Iglesia universal, en primer lugar promoviendo y defendiendo la unidad de la fe".
"Jesucristo, ha confiado la misión de anunciar el Evangelio a todo el cuerpo de los pastores, que deben colaborar entre ellos y con el Sucesor de Pedro, para que este anuncio llegue a todos los hombres. Esto es particularmente urgente en nuestro tiempo, que los llama a ser audaces en invitar a los hombres de toda condición al encuentro con Cristo y a hacer que la fe sea cada vez más sólida".
El Papa exhortó además a "que vuestra preocupación prioritaria sea la de promover y sostener un compromiso más decidido de la Iglesia a favor de la nueva evangelización para volver a descubrir la alegría de creer y reencontrar el entusiasmo de comunicar la fe. En este ámbito también estáis llamados a fomentar y favorecer la comunión y la colaboración entre todas las realidades de vuestras diócesis".
Para la tarea de la evangelización, explicó el Santo Padre, "es fundamental el Catecismo de la Iglesia Católica; una norma segura para la enseñanza de la fe y de la comunión en un único credo. ¡La realidad que vivimos exige que el cristiano tenga una sólida formación!"
"La fe pide testimonios creíbles, que confían en el Señor y se confían a Él para ser ‘signo vivo de la presencia del Resucitado en el mundo’. El Obispo, primer testigo de la fe, acompaña el camino de los creyentes ofreciendo el ejemplo de una vida vivida en el abandono confiado a Dios".
Benedicto XVI dijo luego que el Obispo, "para ser maestro y heraldo de la fe, debe vivir en la presencia del Señor, como hombre de Dios. No se puede estar, de hecho, al servicio de los hombres, sin estar primero al servicio de Dios. Vuestro personal esfuerzo de santidad os haga asimilar cada día la Palabra de Dios en la oración y nutriros de la Eucaristía, para obtener de esta doble mesa la linfa vital para el ministerio".
Tras exhortar a atender con dedicación a los sacerdotes, con la caridad del Buen Pastor, el Papa animó a "ser particularmente cercanos a las familias, para que puedan construir su vida sobre la roca sólida de la amistad con Cristo.
"Tengan especial cuidado de los seminaristas, preocupándose de que sean formados humana, espiritual, teológica y pastoralmente, para que las comunidades puedan tener pastores maduros y alegres y guías seguros en la fe", añadió el Papa.
"Queridos hermanos, el Apóstol Pablo escribía a Timoteo: ‘busca la justicia, la fe, la caridad, la paz... Un siervo del Señor no debe tomar parte en querellas. Por el contrario, tienen que ser amable con todos, apto para enseñar y paciente en las pruebas. Debe reprender con dulzura’".
Para concluir el Santo Padre impartió sui bendición y alentó a que "las Iglesias que tienen confiadas, impulsadas por el viento del Espíritu Santo, crezcan en la fe y la anuncien por los senderos de la historia con nuevo ardor".