El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, pidió "balancear justicia y misericordia en el trato con aquellos que violan las leyes", pues el criminal no deja de ser hijo de Dios y la cárcel debe servir para que luego de pagar por sus delitos se reinserte en la sociedad.
"El castigo debe proteger a la sociedad, defender el orden público y restaurar la armonía en las relaciones sociales perturbadas por sus crímenes. Sin embargo nuestros castigos también deben ser ‘medicinales’. Nuestros castigos deben contribuir a la corrección moral y la educación de los criminales. Debemos buscar ‘reintegrarlos’ como miembros productivos de la sociedad", expresó el Prelado en su última columna publicada en ACI Prensa.
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Mons. Gómez dijo que se debe reconocer el dolor, la pérdida y la tristeza de las víctimas del crimen. "Parte de nuestro problema hoy, es que como un pueblo, estamos hartos de la delincuencia. Estamos indignados por la violencia y el desprecio de la vida humana que vemos en nuestra sociedad. Esto es evidente".
Sin embargo, recordó que "nuestra fe católica nos da luz y nos conduce a un mejor entendimiento de esta realidad humana de nuestra sociedad, especialmente en lo que se refiere a la importancia de la sanación y de la justicia restaurativa".
Indicó que si bien no es fácil amar a los criminales, "Jesús nos llama a amar a nuestros enemigos".
"Jesucristo estuvo preso y sufrió la pena de muerte. Y Él nos dijo que íbamos a ser juzgados, en parte, por la compasión que mostremos a los prisioneros. De hecho, Jesús fue más allá. Él dijo que la misericordia que mostremos a los criminales refleja nuestro amor por Él: ‘Yo estaba en la cárcel y vinisteis a mí… En cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis’", recordó.
En ese sentido, Mons. Gómez dijo que la oficina arquidiocesana de Justicia Restaurativa "supervisa numerosos proyectos que reflejan esta compresión católica de la delincuencia y el castigo", además de proporcionar capellanes para los centros correccionales locales. "Ofrecemos apoyo espiritual y sanación para las víctimas del crimen y sus familias. Nosotros servimos a hombres y mujeres en la cárcel" y a sus familias, indicó.
Este trabajo de "justicia restaurativa" es vital para misión de la Iglesia de crear una ciudad de amor y verdad y una cultura de paz y reconciliación.
"Siempre debemos buscar la conversión y el arrepentimiento de los criminales y de aquellos que ya están detrás de las rejas. Necesitamos llevar a esa gente a tomar responsabilidad por sus acciones y hacer restitución. Pero también necesitamos llevarlos a cambiar sus vidas, de modo que puedan vivir con la dignidad y el propósito para el cual Dios los hizo", señaló.
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