El Papa Benedicto XVI señaló que no debemos tener miedo de lo que Dios nos pide a través de las diversas circunstancias de nuestras vidas, porque la naturaleza del ser humano es haber sido “hechos para el Infinito”.
En su tradicional mensaje con ocasión del inicio del 33 Mítin de Rímini (Italia) por la Amistad entre los Pueblos que durará hasta el 25 de agosto, convocado por la fundación Comunión y Liberación, el Santo Padre indicó que “decir que ‘la naturaleza del hombre es relación con lo infinito’ significa entonces decir que cada persona ha sido creada para que pueda entrar en diálogo con Dios, con lo infinito”.
El Papa afirmó que las cosas, relaciones, alegrías y dificultades que experimenta el ser humano durante su vida encuentran “su razón última en el ser ocasión de relación con el Infinito, voz de Dios que continuamente nos llama y nos invita a elevar la mirada, a descubrir en la adhesión a Él, la realización plena de nuestra humanidad”.
“No debemos tener miedo de aquello que Dios nos pide a través de las circunstancias de la vida, aún si fuese la dedición de todo nuestro ser a una forma particular de seguir e imitar a Cristo en el sacerdocio o en la vida religiosa.
El Señor, llamando a algunos a vivir totalmente de Él, llama a todos a reconocer la esencia de la propia naturaleza de seres humanos: hechos para el infinito”.
Benedicto XVI subrayó que “Dios quiere nuestra felicidad, nuestra plena realización humana”.
“Pidamos, entonces, de entrar y permanecer en la mirada de la fe que ha caracterizado a los Santos, para poder descubrir las semillas de bien que el Señor esparce a lo largo del camino de nuestra vida y adherir con gozo a nuestra vocación”.
Benedicto XVI señaló que “hablar del hombre y de su anhelo al infinito significa antes que nada reconocer su relación constitutiva con el Creador. El hombre es una criatura de Dios”.
El Santo Padre lamentó que actualmente “esta palabra –creatura- parece casi pasada de moda: se prefiere pensar en el hombre como en un ser realizado en sí mismo y artífice absoluto del propio destino”.
“La consideración del hombre como creatura resulta ‘incómoda’ porque implica una referencia esencial a algo diferente o mejor, a Alguien más –no gestionable por el hombre- que entra a definir en modo esencial su identidad; una identidad relacional, cuyo primer dato es la dependencia originaria y ontológica de Aquel que nos ha querido y nos ha creado”.
El Papa explicó que “esta dependencia, de la cual el hombre moderno y contemporáneo trata de liberarse, no solo no esconde o disminuye, sino que revela en modo luminoso la grandeza y la dignidad suprema del hombre, llamado a la vida para entrar en relación con la Vida misma, con Dios”.