El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, señaló que la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María que la Iglesia celebra hoy, es prueba de que las promesas de Dios son verdad.
En su último artículo titulado "En su gloria, la promesa para nosotros mismos" y publicado en ACI Prensa, el Prelado señaló que "cada uno de nosotros hoy deberíamos recordar este misterio glorioso con gran alegría. Porque donde la Virgen María ha ido, nosotros podemos ir también".
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"En la Asunción de María celebramos la victoria de la cruz y la resurrección. Celebramos la victoria de la vida sobre la muerte; del bien sobre el mal; del Padre de las misericordias, sobre el padre de las mentiras".
El Arzobispo afirma luego que "la buena nueva de Jesucristo es que nuestro Dios no es Dios de los muertos, sino el Dios de los vivientes. Él nos creo para la vida abundante de los hijos de Dios. La muerte solamente entró en esta creación como el fruto amargo de la tentación del demonio y del pecado original de nuestros primeros padres".
"La Asunción de María es la primera ‘prueba’ de que las promesas de Dios son verdad.
Por su Asunción, vemos el plan de Dios para la familia humana y vemos nuestro propio destino personal. Vemos que no hemos nacido para morir, sino para vivir. Hemos nacido para ser hijos amados de Dios. Nacemos para ser elevados a la vida eterna. Nacimos, como confesamos en el Credo, para la resurrección del cuerpo y la vida eterna".
"Esta es la hermosa esperanza que compartimos como cristianos", sentenció Mons. Gómez.
Tras afirmar que "en su gloria, vemos la promesa de nuestra propia gloria", el Prelado afirmó que "nosotros sabemos que podemos seguirla al Cielo, si seguimos las huellas de su Hijo aquí en la Tierra. Si creemos, como María lo hizo; si confiamos en el plan de Dios para nuestras vidas, entonces compartiremos en su destino".
"Eso significa que realmente tenemos que vivir el mandamiento del Evangelio de amar como Jesús amó. Tenemos que amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y todas nuestras fuerzas. Tenemos que amar a nuestro prójimo con el amor de Dios".
El Arzobispo subrayó además que "estamos llamados a vivir con este mismo corazón, con el mismo deseo que tenía María, para compartir la alegría de Jesucristo con nuestros hermanos y hermanas".
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