Al presidir las celebraciones por el Día del Párroco, el Arzobispo de Santiago de Chile, Mons. Ricardo Ezzati, señaló que los sacerdotes deben morir al “prestigio” y a “nuestro orgullo” para realizar su labor.
En el día en el que la Iglesia celebró a San Juan María Vianney y en el Seminario Pontificio Mayor reunido con el clero de la capital chilena, el Prelado presidió una Eucaristía en la que explicó algunas consecuencias prácticas para la vida sacerdotal de la Transfiguración del Señor.
Mons. Ezzati dijo que como los discípulos Pedro, Santiago y Juan que son testigos de este hecho, los sacerdotes que siguen a Jesús temen bajar del monte alto y enfrentar la pasión, la persecución y la muerte; “la muerte de nuestro renombre, la muerte de nuestro prestigio, la muerte de nuestro orgullo”.
Sin embargo, prosiguió el Arzobispo, Jesús nos invita a “pasar por el misterio de su Pascua, nos invita a confiar en que el rostro glorioso de la Iglesia aparecerá una vez que ella misma haya pasado plenamente por el misterio de la cruz del Señor”.
Según señala el sitio web de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Ezzati indicó que “la Cruz es el monte alto, en el cual el rostro de Cristo, marcado por el dolor y la muerte, se transfigura en el rostro glorioso del Señor resucitado”. “Este es también el camino de nuestra propia transfiguración”, añadió.
El Arzobispo dijo además que cuando el Señor lleva a los discípulos a contemplar su transfiguración, lo hace porque “quiere fortalecer su fe incierta y frágil, porque quiere anticipar para ellos la visión de su rostro verdadero, el rostro del Hijo de Dios, aquel mismo rostro que unos días después sería transfigurado en la pasión y en la muerte en cruz”.
El Prelado recordó además a los sacerdotes enfermos, a los ancianos y a quienes se sienten solos. “A María le pedimos que los acompañe, que los sostenga, especialmente en este tiempo particularmente desafiante”, exhortó.