"La misteriosa y virginal castidad de María nos obliga, a nosotros que somos sus hijos espirituales, a reconsiderar bajo su inspiración nuestra propia práctica de la virtud de castidad en pensamientos, deseos, miradas, palabras y actos", afirma el jesuita Bertrand de Margerie en uno de los textos recogidos por la Enciclopedia Católica sobre el Corazón de María y que ACI Prensa pone a su disposición por el Año de la Fe.
En el texto titulado "Corazón de María: Virginal", el religioso –que falleció en 2003–, señaló que "la virginidad de María, perpetua y física, es una decisión libre de su Corazón inmaculado obrada por el Espíritu (…), una opción reparadora en favor del pueblo de Dios".
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"La joven Israelita inmaculada, conocedora de las Escrituras y no menos de los cánticos del Servidor que del cántico de Ana, había optado voluntariamente por la virginidad de una manera sacrificial, frente al pecado del mundo y al orgullo que acompaña a menudo la generación carnal", añadió.
En ese sentido, explicó que "María se compara con Ana", pues su humillación de virgen es análoga a la esterilidad de Ana. "En auténtica mentalidad judía, ella no consideraba a la virginidad como un título de gloria, sino como un anonadamiento, una forma de indigencia, una condición humillada (…). Desde la óptica de Lucas 1-2, la virginidad de María es, por tanto, pobreza total; privación no sólo de los bienes mundanos sino inclusive de aquel que concedía a las mujeres, en Israel, el derecho al respeto".
En su texto, el jesuita aclaró que la sexualidad humana no es negativa, pues la distinción de sexos responde a una sabia disposición de Dios, "preocupado por conservar con vida a la humanidad, por medio de su propia colaboración, justamente a través de una diferenciación sexual".
"El Concilio Vaticano II nos habla a la vez del carácter sexual y del misterio de la persona humana. Cada persona humana es un misterio, en el sentido que el alma humana está llamada a la visión beatífica del Creador y que el cuerpo humano está destinado a una vida inmortal. Podemos decir, entonces, que la sexualidad psíquica y psicológica de María pertenecen al misterio de su persona", explicó.
Finalmente, Bertrand de Margerie afirmó que la misteriosa y virginal castidad de María obliga a los seres humanos a reconsiderar la práctica de la virtud de castidad en pensamientos, deseos, miradas, palabras y actos.
"Bajo la luz destellante de la castidad inmaculada de María, comprendemos mejor estas verdades: la lujuria, idolatría del cuerpo, desprecia simultáneamente los derechos del Creador y la ardiente aspiración del cuerpo mismo, destinado a la resurrección gloriosa por el Hijo de Dios".
"La lujuria en pensamientos y en actos es, sin duda, la forma más común del ateísmo práctico de muchos cristianos nominales (…). Muchos se dicen hijos e hijas de María, su Señora, y sin embargo reniegan de ella por la voluntaria impureza de su imaginación y de su comportamiento".
Ante esta debilidad de los hombres, señala, aparece María para interceder y preservar a sus hijos espirituales de la desesperación. "Hija de Adán por naturaleza, María reparó por su pureza el pecado de la primera mujer; descendiente de Abrahám por su fe, fue confiando que ella concibió al Hijo de Dios", culminó el texto.
El artículo completo puede leerse en http://ec.aciprensa.com/wiki/Coraz%C3%B3n_de_Mar%C3%ADa:_Virginal
El especial por el Año de la Fe se encuentra en http://www.aciprensa.com/anodelafe/index.html