Luke, Vincent y Jake Strand son tres hermanos, formados en el seno de una familia católica, que descubrieron, para sorpresa y alegría de sus familiares, que su vocación era la de ser sacerdotes.
El padre de los tres jóvenes, Jerry Strand, señaló que si bien la abuela de sus hijos soñaba con ver a alguno de ellos convertido en sacerdote, ellos lo tomaban a broma. “Iban a misa los domingos, bendecían la mesa antes de comer, pero no eran unos excéntricos”, dijo.
Por su parte, su madre, Bernadette, dijo que no hubo ánimo ni desánimo por parte de su esposo y ella con respecto a la vocación de sus hijos, y admitió que “fue una sorpresa verlos venir uno tras otro a contárnoslo”.
Según señala un reportaje de Associated Press, Luke, planeaba licenciarse en marketing, hacer dinero, casarse y tener hijos, sin embargo, sintió el llamado de Dios mientras estudiaba en la Universidad de Wisconsin-Oshkosh, donde conoció a un grupo de jóvenes “comprometidos con la fe”.
Al tiempo se encontraba ayudando a un sacerdote en un albergue, “sirviendo radicalmente a los pobres y pidiendo ser admitido en el seminario”.
Luke, ahora director de vocaciones de la Arquidiócesis de Milwakee, recuerda que alguna vez pensó “¿cómo he llegado hasta aquí? ¿De qué va esto? Iba de servir en la Iglesia”.
A Jake, el menor de los hermanos, la idea del sacerdocio le asustaba. Él quería servir a Dios pero a través de una familia, sin embargo decidió entregarse plenamente al Señor.
“No influyó que Luke y Vince asumieran ese deber, porque no se trataba de un deber, sino de un regalo”, dijo Jake, quien pronto completará su licenciatura en Teología en Roma.
Vincent quería ser neurólogo y alcanzar el éxito profesional y familiar, por lo que estudió su carrera en la Universidad de Marquette, regentada por la Compañía de Jesús. Ahí, las enseñanzas de un maestro le ayudaron a ver que “Dios era real en una forma de la que nunca antes me había dado cuenta”.
Inicialmente, Vincent quiso consagrarse a Dios a través de la vida intelectual y consideró el matrimonio, pero eventualmente decidió “vaciarse completamente” de sí mismo, y terminó con su novia para iniciar su formación sacerdotal.
Para él, el voto del celibato no era un obstáculo, sino “una de las cosas que realmente amo de esta vida y una de las más liberadoras”.
La madre de los jóvenes asegura que cuando les conocen, las personas “dicen sorprenderse de que somos normales”, y subrayó que “es ridículo, ¡claro que somos normales y claro que los chicos crecieron normalmente!".
El año pasado, Luke tuvo la alegría de casar a su hermana, Theresa.