El Arzobispo de México (México), Cardenal Norberto Rivera, agradeció a San Juan Diego por haber enseñado la fe católica a los mexicanos con su obediencia humilde a la Virgen de Guadalupe.
“San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, ‘Varón Santísimo’, en el décimo aniversario de tu canonización, gracias por enseñarnos a vivir la fe, gracias por enseñarnos el camino de la verdadera conversión”, afirmó el Purpurado.
En su homilía, el Cardenal recordó la aparición de la Virgen al indio Juan Diego y cómo Santa María le confió un mensaje importante para el Obispo de México, fray Juan de Zumárraga, “la edificación de un templo, de una casita sagrada, de la iglesia, hogar de su fe, del verdadero Dios por quien se vive, la Virgen de Guadalupe cree en este humilde hombre, Ella deposita toda su confianza en este obediente mensajero, Ella ha descubierto ese corazón limpio y puro de Juan Diego”.
Sin embargo, Juan Diego sintió que las dificultades lo sobrepasaban y pidió que fuera otro el mensajero, “pues él no era nadie, no era ni respetado, ni conocido, ni honrado”.
En estas circunstancias, dijo el Arzobispo, “la Virgen María le da uno de los fuertes abrazos de su amor, pues es Ella quien le pide, le ruega, le suplica que sea él su intercesor. Es la Virgen María quien tiene fe en el humilde indígena, es Ella quien lo cree capaz y digno para ser su embajador”. Juan Diego responde con fe “el mandato de su Niña, la más querida”, afirmó.
El Purpurado dijo que la segunda muestra de fe es cuando enferma su tío Juan Bernardino. “Ante la gravedad del tío que representaba la cultura, la autoridad y la sabiduría de su pueblo, él también se sentía morir. En el dolor y en la angustia, él simplemente piensa que no hay más que la muerte y solamente hay que esperarla. Es aquí en donde la Virgen de Guadalupe le comunica que su tío ya estaba bien, que no tuviera miedo, que Juan Bernardino ya estaba sano. Además, le revela con toda fuerza y ternura que Ella era su madre”.
“Juan Diego creyó, tuvo fe en cada palabra que salía del corazón y de la boca de Santa María de Guadalupe. Por un lado, Ella seguía creyendo en él, teniéndolo en su amor, por el otro, Juan Diego cree en Ella y capta que cuando se tiene una fe verdadera, florece una actitud de alegría y con ello, una actitud de alegre servicio”, afirmó.
El Cardenal explicó que la fe es un regalo de Dios, “pero somos nosotros los que también tenemos que hacerla desarrollar, crecer y fortificar en el alegre servicio de cada día, gracias al amor de Dios que palpita en nuestro corazón”.
Durante la Misa también afirmó que la visita hace diez años del ahora Beato Juan Pablo II para canonizar al vidente del Tepeyac, fue el encuentro de dos hombres de Dios, “dos hombres que ahora ya se encuentran en el cielo, el paraíso del amor eterno de Dios”.
La homilía completa se encuentra en http://www.siame.mx/apps/aspxnsmn/templates/?a=8329&z=32