El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, dijo que el mundo está llamado a respetar la Creación y a usarla responsablemente, pero indicó que esto no sucederá si antes la cultura no respeta la santidad de la persona y su derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
El Papa Benedicto XVI, indicó el Prelado, “insiste en que no olvidemos el enlace vital entre la ecología del mundo natural y la ‘ecología humana’. Y él tiene razón: Nuestra sociedad nunca respetará la santidad de la naturaleza hasta que criemos una cultura en la cual la santidad de la persona humana sea respetada”.
En su última columna publicada en ACI Prensa, Mons. Gómez recordó que el Papa llama a no ser indiferentes ante los problemas ambientales, como son la contaminación de los ríos, la deforestación de los bosques, la pérdida de biodiversidad, entre otros, pues “todos esos son asuntos con un profundo impacto sobre el ejercicio de los derechos humanos, tales como el derecho a la vida, la alimentación, la salud y el desarrollo”.
En ese sentido, señaló, el Santo Padre rechaza el “econocentrismo”, que es la mentalidad que ve la naturaleza solo como “una fuente de materiales crudos para ser explotados para obtener ganancias económicas a corto plazo o para los estilos de vida egoístas de los grupos de poder”.
Sin embargo, dijo que también advierte del peligro de caer en una absolutización de la naturaleza o “biocentrismo” que promueven “muchos de los grupos activistas de hoy”, pues en nombre de proteger la tierra “argumentan que la persona humana no es más importante que otras especies vivientes y la naturaleza es un ‘tabú intocable’”.
El Arzobispo de Los Ángeles indicó que el llamado del Papa es a vivir “con una mayor preocupación por la belleza, la verdad y la comunión con otros”, administrando la Creación para beneficio de todas las personas y de las futuras generaciones, sin olvidar “que en el plan amoroso de Dios, la persona humana es de ‘supremo valor’ y representa todo lo que es más noble en el universo”.
“Si hay una falta de respeto por el derecho a la vida y a una muerte natural, si la concepción humana, la gestación y el nacimiento son hechos artificialmente, si los embriones humanos son sacrificados para investigación, la conciencia de la sociedad termina perdiendo el concepto de la ecología humana, y con ello, el de la ecología del medio ambiente (…). Nuestros deberes hacia el medio ambiente están ligados a nuestros deberes hacia la persona humana, considerada in sí misma y en relación a otros”, finalizó el Prelado, citando a Benedicto XVI.
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