En sus palabras previas al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI invitó hoy a dejarnos salvar por Jesús tal y como experimentó María Magdalena, quien tras dejar entrar a Dios en su vida se libró de todos los males y conoció realmente la paz, el bien, la felicidad, y la realización.
Al dirigirse a los peregrinos reunidos en el patio del Palacio de Castel Gandolfo, el Santo Padre indicó que entre las ovejas perdidas que Jesús salvó, María Magdalena, de la que hoy celebramos su memoria litúrgica "experimentó a Dios en la propia vida y así conoció su paz".
El Papa indicó que el Evangelio según San Lucas "dice que Jesús hizo salir de ella siete demonios, es decir, la salvó de un total sometimiento del maligno. ¿En qué consiste esta sanación profunda que Dios obra mediante Jesús? Consiste en una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la persona en sí misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los otros, con el mundo".
"El maligno siempre busca arruinar la obra de Dios, sembrando división en el corazón humano, entre cuerpo y alma, entre el hombre y Dios, en las relaciones interpersonales, sociales, internacionales, y también entre el hombre y la creación".
Benedicto XVI señaló que "el maligno siembra guerra; Dios crea paz. Es más, como afirma San Pablo, Cristo 'es nuestra paz, Él unió a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba y abolió en su propia carne la ley con sus mandamientos y prescripciones'".
"Para realizar esta obra de reconciliación radical, Jesús, el Pastor Bueno, tuvo que hacerse Cordero, 'El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", recordó.
El Papa indicó que Jesús "sólo así pudo realizar la estupenda promesa del Salmo: 'Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por muy largo tiempo'".
El Santo Padre subrayó que la Palabra de Dios de este domingo, "nos vuelve a proponer un tema fundamental y siempre fascinante de la Biblia: nos recuerda que Dios es el Pastor de la humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida, quiere guiarnos a buenos prados, donde podamos alimentarnos y descansar; no quiere que nos perdamos y que muramos, sino que alcancemos la meta de nuestro camino, que es justamente la plenitud de la vida".
"(Esto) es aquello que desea cada padre y cada madre por sus propios hijos: el bien, la felicidad, la realización. En el Evangelio Jesús se presenta como Pastor de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Su mirada sobre la gente es una mirada ‘pastoral’".
El Papa señaló que en el Evangelio de este domingo se dice que “al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles por largo rato”.
De este modo, dijo Benedicto XVI, "Jesús encarna a Dios Pastor con su modo de predicar y con sus obras, cuidando a los enfermos y pecadores, de aquellos que se han 'perdido', para llevarlos de nuevo al seguro, a la misericordia del Padre".
"Estas palabras nos hacen latir el corazón, porque expresan nuestro deseo más profundo, dicen aquello por lo cual fuimos hechos: ¡la vida, la vida eterna!. Son las palabras de quien, como María Magdalena, ha experimentado Dios en la propia vida y conoce su paz", agregó.
Finalmente, en su saludo a los peregrinos de lengua española, el Santo Padre invitó a todos "a orar por los ministros de la Iglesia, para que, a ejemplo de Jesucristo, se entreguen con generosidad a la grey que les ha sido confiada, siendo para todos espejo de virtudes".
"Encomendemos este hermoso propósito a la Santísima Virgen María, y pidámosle a Ella que suscite en el corazón de los jóvenes el deseo de seguir más de cerca y de por vida a su divino Hijo, dando así testimonio constante de fidelidad y amor", concluyó.