El Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a vivir siempre con radicalidad y con una profunda oración a Dios para poder brillar en medio de un mundo que quiere "poner su Iglesia por el suelo".
Así lo indicó el Pontífice en un mensaje dirigido al Obispo de Ávila (España), Mons. Jesús García Burillo, en ocasión del 450º aniversario de fundación del Monasterio de San José en esa diócesis y del inicio de la reforma del Carmelo promovida por Santa Teresa de Jesús. El mensaje lleva por fecha de hoy, 16 de julio, día en el que los católicos celebran a la Virgen del Carmen.
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En el texto, el Santo Padre señala que "Santa Teresa propuso un nuevo estilo de ser carmelita en un mundo también nuevo. Aquellos fueron ‘tiempos recios’. Y en ellos, al decir de esta Maestra del espíritu, ‘son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos’. E insistía con elocuencia: ‘Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo. No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios asuntos de poca importancia’".
"¿No nos resulta familiar, en la coyuntura que vivimos, una reflexión tan luminosa e interpelante, hecha hace más de cuatro siglos por la Santa mística?", cuestionó el Papa.
Ante esta realidad, escribe Benedicto XVI, el ejemplo de Santa Teresa que siempre quiso agradar a Dios en todo recuerda que "un santo no es aquel que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino el que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos, quien inspire cada iniciativa y sostenga cada silencio".
"Dejarse conducir de este modo por Cristo solamente es posible para quien tiene una intensa vida de oración. Ésta consiste, en palabras de la Santa abulense, en ‘tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama’. La reforma del Carmelo, cuyo aniversario nos colma de gozo interior, nace de la oración y tiende a la oración".
El Papa indica además que "el fin último de la Reforma teresiana y de la creación de nuevos monasterios, en medio de un mundo escaso de valores espirituales, era abrigar con la oración el quehacer apostólico; proponer un modo de vida evangélica que fuera modelo para quien buscaba un camino de perfección, desde la convicción de que toda auténtica reforma personal y eclesial pasa por reproducir cada vez mejor en nosotros la ‘forma’ de Cristo".
"No fue otro el empeño de la Santa ni el de sus hijas. Tampoco fue otro el de sus hijos carmelitas, que no trataban sino de ‘ir muy adelante en todas las virtudes’. En este sentido, Teresa escribe: ‘Precia más [nuestro Señor] un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer’".
"También hoy, como en el siglo XVI, y entre rápidas transformaciones, es preciso que la plegaria confiada sea el alma del apostolado, para que resuene con meridiana claridad y pujante dinamismo el mensaje redentor de Jesucristo. Es apremiante que la Palabra de vida vibre en las almas de forma armoniosa, con notas sonoras y atrayentes".
En esta apasionante tarea, prosiguió, "el ejemplo de Teresa de Ávila nos es de gran ayuda. Podemos afirmar que, en su momento, la Santa evangelizó sin tibiezas, con ardor nunca apagado, con métodos alejados de la inercia, con expresiones nimbadas de luz".
"Esto conserva toda su frescura en la encrucijada actual, que siente la urgencia de que los bautizados renueven su corazón a través de la oración personal, centrada también, siguiendo el dictado de la Mística abulense, en la contemplación de la Sacratísima Humanidad de Cristo como único camino para hallar la gloria de Dios".
Así, escribe el Papa Benedicto XVI, "se podrán formar familias auténticas, que descubran en el Evangelio el fuego de su hogar; comunidades cristianas vivas y unidas, cimentadas en Cristo como en su piedra angular y que tengan sed de una vida de servicio fraterno y generoso".
"También es de desear que la plegaria incesante promueva el cultivo prioritario de la pastoral vocacional, subrayando peculiarmente la belleza de la vida consagrada, que hay que acompañar debidamente como tesoro que es de la Iglesia, como torrente de gracias, tanto en su dimensión activa como contemplativa".
"A esa radicalidad y fidelidad nos invita hoy esta hija tan ilustre de la diócesis de Ávila. Acogiendo su hermoso legado, en esta hora de la historia, el Papa convoca a todos los miembros de esa Iglesia particular, pero de manera entrañable a los jóvenes, a tomar en serio la común vocación a la santidad".
El Santo Padre concluye su mensaje haciendo votos para que "María, Estrella de la evangelización, y su casto esposo San José intercedan para que aquella ‘estrella’ que el Señor encendió en el universo la Iglesia con la reforma teresiana siga irradiando el gran resplandor del amor y de la verdad de Cristo a todos los hombres".