Liu Weimin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, señaló que este país "lleva quince años con esa tradición (ordenar obispos sin permiso de la Santa Sede), por lo que el acto está por encima de cualquier reproche".
En una rueda de prensa sostenida el 11 de julio, el vocero del gobierno indicó que la ilícita ordenación del ahora excomulgado obispo de Harbin, Joseph Yue Fusheng, es una "manifestación de la libertad de religión en China".
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Weimin también advirtió al Vaticano que, si desea mejorar las relaciones con el gobierno chino, debe ser más "pragmático" al momento de tomar decisiones como la excomunión de Joseph Yue Fusheng.
Para el vocero del gobierno, según sus condiciones, China "está dispuesta a mejorar las relaciones con el Vaticano".
China permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica China (APCC), subalterna del Partido Comunista de China, y rechaza la autoridad del Vaticano para nombrar obispos o gobernarlos. La Iglesia Católica fiel al Papa no es completamente clandestina; aunque es asediada constantemente.
En ese país, se estima que habitan entre ocho y 12 millones de católicos, con cerca de la mitad de estos reuniéndose en la APCC.
El 8 de julio, el Obispo Auxiliar de Shanghai, Thaddeus Ma Daqin, nombrado lícitamente con autorización de la Santa Sede, fue aislado por el gobierno, luego de que anunciara, en su homilía de ordenación, que dejaría sus cargos en la APCC, para dedicar todos sus esfuerzos "al ministerio episcopal".
Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.