Al representar a la Santa Sede durante la 20º sesión del Consejo para los Derechos Humanos de la ONU, Mons. Silvano Maria Tomasi, denunció violencia física y encubierta que oprime a miles de cristianos de todo el mundo.
En declaraciones a Radio Vaticana, Mons. Tomasi explicó que existen dos tipos de violencia contra los cristianos: la física y directa sobre la persona, y otra más sutil que hace de la corriente del laicismo una especie de dictadura antirreligiosa.
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En declaraciones a Radio Vaticana, el prelado explicó que en muchos países recae una violencia contra los grupos religiosos, "hemos tenido casos muy llamativos en Nigeria, Kenia, y otras partes del mundo, donde los creyentes –sobre todo cristianos-, mientras rezan, son atacados con bombas y violencia que dejan sobre el terreno decenas de muertos".
Pero demás, recordó que el mundo occidental, no escapa tampoco a este tipo de persecución religiosa. A diferencia de África o Asia, explicó, en Occidente la agresión "no se expresa a través de una violencia física, sino de mecanismos mucho más sofisticados. De manera que posteriormente entran en la legislación de un país, tratando de imponer una filosofía laica, que no es neutra –dejando espacio, dicen, a todos las expresiones culturales, religiosas, de convicciones también no creyentes-, pero imponiendo un estilo de vida y humano de pensar, que deja poco espacio a las convicciones religiosas".
"Ante esta realidad, es importante que las comunidades internacionales, sobre todo las comunidades de creyentes – las comunidades cristianas en particular-, tomen su responsabilidad y hagan realmente comprender que la libertad real implica la posibilidad concreta de ejercitar no solo el culto, la oración a nivel individual, sino poder participar colectivamente en la vida de la sociedad, a través de obras sociales y a través de la libertad de poder decir las propias convicciones y los propios valores haciendo que estos puedan pasar a formar parte también del bien común", dijo.
Mons. Tomasi indicó, que su principal petición a la ONU fue el respeto a la de libertad de expresión religiosa, algo que "forma parte de las convicciones más profundas del pueblo de un país".
Afirmó que si se respeta esto, los demás derechos humanos serán respetados, pues "hay una correlación entre el respeto de los derechos humanos y la posibilidad de la libertad religiosa en particular, y la posibilidad de vivir juntos pacíficamente, y por tanto, en los países en vías de desarrollo, se trata sobre todo, de facilitar el progreso del país, y actuar de modo que las fuerzas sanas y creativas de una población se pongan a disposición del bien común y no canalizadas hacia actividades de conflicto y de odio, que llevan solo muerte y destrucción".
Consideró que, "es cada vez más evidente que la libertad de religión, es el derecho central y fundamental de todos los derechos humanos", y por ellos, la comunidad internacional "tiene la responsabilidad de crear una mentalidad que respete esta libertad y provea de mecanismos y medidas que, concretamente, permitan ejercitarla y hacerla ser respetada".