Bárbara Castro García, periodista de la delegación de medios del Obispado de Córdoba (España), falleció el 4 de julio, víctima de un cáncer cuyo tratamiento rechazó para poder salvar la vida de la bebé que llevaba en el vientre.
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Según reveló su esposo, Ignacio Cabezas, al medio español La Gaceta, Bárbara dio su vida por amor "hacia su hija, hacia mí y hacia Dios", por lo que ahora está dispuesto a "honrarla como ella merece".
Ignacio, que considera que el sacrificio de su esposa servirá "para dar testimonio" a favor de la vida, recordó que una vez casados con Bárbara "deseábamos muchísimo ser padres".
"Recuerdo el día que supimos que Bárbara estaba embarazada; estábamos los dos desayunando en una cafetería con una sonrisa boba imposible de borrar", señaló.
Para Ignacio, esa vida era "un sueño", que se vio interrumpido por el diagnóstico médico, el 15 de julio de 2010, en el que les revelaron que tenía un tumor cancerígeno en la lengua.
"Bárbara llevaba un tiempo quejándose de una llaga en la boca. Por fin fue al dentista, que nos mandó al maxilofacial. Allí le dijeron que no tenía muy buena pinta", recordó.
Las pruebas y tratamientos propuestos ponían en riesgo la vida de la pequeña, que decidieron llamar Bárbara, como su madre, por lo que sólo se le pudo practicar una pequeña intervención en la lengua, la que le produjo "dolores que ni siquiera imaginaba que existían".
"Mi mujer dijo desde el principio que nuestra hija nacería el día que Dios quisiera, ni uno antes", dijo Ignacio.
A la semana del nacimiento de la pequeña, en noviembre de 2010, el cirujano maxilofacial atendió a la pareja, pues los dolores se habían intensificado. En esa ocasión, el médico, sorprendido, le dijo a Bárbara que "no sé cómo has podido llegar hasta aquí. Voy a hacer todo lo que pueda, pero la situación es muy seria".
Tras la operación, Bárbara "se quedó casi sin lengua y sin una parte de la mandíbula. Desde entonces no pudo tragar ni un vaso de agua y se alimentaba por una sonda en el estómago".
"Presentía que íbamos a sufrir mucho, que sería muy duro y probablemente muy largo, pero también te garantizaba que, por muy duro que fuese, más tarde yo me iba a encargar de que fueras la persona más feliz del mundo, que todo esfuerzo merecería la pena, que disfrutaríamos de nuestra hija y que nos teníamos que preparar para un tiempo indefinido y horrible", escribió Ignacio, en una carta a su esposa.
"¡Ganaremos vida mía, ganaremos! Hoy nos queda lo más difícil: buscarle sentido a todo esto que nos ha pasado".
Ahora, Ignacio Cabezas manifiesta que ha "sentido una fuerza de fe que no había sentido nunca. Me siento invencible".
El padre de la pequeña Bárbara asegura que ahora Dios "me tiene agarrado y no me quiere soltar".