El director del Observatorio Astronómico del Vaticano, el jesuita argentino José Gabriel Funes, explicó desde Castel Gandolfo (Italia), que hay grandes probabilidades de que exista vida fuera del planeta Tierra.
En declaraciones a ACI Prensa y comentando la posibilidad de encontrar vida inteligente fuera de la Tierra, el sacerdote afirmó que "sería posible la existencia de vida en el universo".
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De ser así, "los católicos no tenemos necesidad de cambiar nuestra visión del universo", afirmó, y "Dios, en su libertad, podría haber creado otras criaturas también inteligentes y poder ser parte de la creación", agregó.
Según el P. Funes, estos seres "se podrían relacionar con Dios, así como lo hemos hecho nosotros", y su existencia no estaría lidiada con la existencia de Jesucristo. "No veo ninguna dificultad para la fe católica", subrayó.
El P. Funes explicó que todo se reduce a probabilidad. Considerando que el universo está hecho de cien mil millones de galaxias y "si dividimos las galaxias por la población mundial, a cada uno le tocarían 14 galaxias, cada una estas galaxias están hechas de unos cien mil millones de estrellas".
Es posible, entonces, "que cada una de estas estrellas tengan planetas que giran alrededor de otras estrellas, como lo hacen alrededor del Sol. Y por lo tanto, sería posible la existencia del vida en el universo".
"Es mucho lo que sabemos, porque podemos reconstruir la historia del universo desde los primeros instantes hasta la formación de la tierra, de los planetas, esto no está en contradicción con la fe. Lo que aprendemos del mensaje bíblico, y también con la reflexión teológica. Lo que sabemos por la fe, y también por la razón, no solo por la fe, es que Dios es el creador, un Padre bueno, que nos sostiene en el ser, en el existir", dijo.
Dentro de este marco, recordó que el universo "existe gracias a la voluntad de Dios, y como dice la Biblia, ‘cuando al terminar de crear vio Dios que era bueno…’, también nos tiene que ayudar a nosotros viendo la bondad del universo, mirar también con ojos de bondad en la historia de la humanidad y también nuestra propia historia en la tierra".
"De todos modos, por ahora, no tenemos ningún resultado. No hay ninguna evidencia de que exista vida fuera de la Tierra. Este descubrimiento podría suceder mañana. Tal vez dentro de mil años, o tal vez jamás suceda", y "que alguna vez tengamos una evidencia de que haya vida, depende de la ciencia, si no, es inútil especular", señaló.
El P. Funes se licenció en Astronomía en el año 1985, posteriormente ingresó en la Compañía de Jesús, y después de su ordenación sacerdotal, se doctoró en astrofísica en la Universidad de Padua, Italia. Posteriormente, los superiores de su congregación lo destinaron como astrónomo al Observatorio Vaticano, y en el año 2006, el Papa Benedicto XVI, lo nombró director del organismo.
Para el P. Funes, dirigir el Observatorio es un reto, "porque se trata de hacer de puente, un puente entre la Iglesia Católica y los científicos, en particular los astrónomos. Es un desafío que entusiasma, que también permite llegar a más público, porque hay temas muy interesantes, el origen del universo, la posibilidad de vida extraterrestre".
En este sentido, explicó que la relación entre ciencia y fe ocupa un lugar muy importante para el Santo Padre, "se puede ver en sus homilías, en sus discursos…en particular, para el Observatorio Vaticano y para los otros observatorios también en el mundo, 2009 fue una época muy importante, porque fue el año internacional para la astronomía, durante ese año, el Papa se refirió varias veces a la astronomía en particular, y en ese año, el Papa inauguró las nuevas instalaciones del observatorio".
Se puede afirmar que el origen de Observatorio Vaticano, como se le conoce hoy, se puede fijar al año 1891, cuando el Papa León XIII quiso demostrar que la Iglesia no se opone al desarrollo científico y que, por el contrario, promueve la ciencia de gran calidad.
Hoy en día, el Observatorio Astronómico del Vaticano se divide en dos grupos, uno con una sede histórica en los jardines pontificios de Castel Gandolfo, y otro en Monte Graham, Tucson, Arizona (Estados Unidos), donde los investigadores, principalmente sacerdotes jesuitas, tienen su telescopio más importante. Es uno de los centros astronómicos más importantes del mundo.