La Congregación para la Evangelización de los Pueblos advirtió que la posible ordenación como Obispo de Harbin (China) del Padre Giuseppe Yue Fusheng, sin mandato pontificio, dañaría la unidad de la Iglesia y no sería reconocida como lícita por la Santa Sede.

En un comunicado, el dicasterio vaticano indicó que un nombramiento episcopal que no cuente con la autorización del Papa se opone directamente al Oficio, concedido por el Señor a Pedro y a sus Sucesores en cuanto Jefes del Colegio de los Obispos, Vicarios de Cristo y Pastores de la Iglesia universal.

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La Congregación cita a Benedicto XVI, indicando que "se puede comprender que las autoridades gubernamentales estén atentas a la elección de quienes desempeñarán el importante papel de guías y pastores de las comunidades católicas locales, pero es necesario tener presente que el nombramiento de los Obispos toca el corazón mismo de la vida de la Iglesia en cuanto a que el nombramiento de los Obispos, por parte del Papa, es garantía de la unidad de la Iglesia y de la comunión jerárquica".

El comunicado también explica que el Código de Derecho Canónico establece graves sanciones para el Obispo que confiere libremente la ordenación episcopal sin mandato apostólico y para aquel que la recibe.

El dicasterio vaticano indicó que se comunicó con el Padre Giuseppe Yue Fusheng para indicarle que su ordenación como Obispo no tiene aprobación pontificia, y que "será ilegítima".

El mensaje también advierte que "las autoridades gubernamentales fueron informadas de que la ordenación episcopal del reverendo Yue Fusheng carece de la aprobación del Santo Padre. Ella contradiría los signos de diálogo que se están tratando de fijar, auspiciados por China y por la Santa Sede".

China permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica China, subalterna del Partido Comunista de China, y rechaza la autoridad del Vaticano para nombrar obispos o gobernarlos. La Iglesia Católica fiel al Papa no es completamente clandestina; aunque es asediada constantemente.

Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.