El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, advirtió a los fieles que no hay mentiras piadosas y que la sociedad es gravemente dañada cuando la negación de la verdad viene de parte de alguna autoridad.
"Santo Tomás de Aquino enseñaba que los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, si no se manifestasen en la verdad. Es decir que la mentira, sobre todo cuando se hace masiva y cuando la ejerce alguien que tiene gran responsabilidad produce un daño a la convivencia social y resulta funesta para toda la sociedad", señaló durante el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor.
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"Pienso en casos de personas que tienen o tenemos más responsabilidad, por ejemplo los sacerdotes, los políticos, especialmente si están en función de gobierno, los periodistas o los responsables o los dueños de los medios, hacia aquellos con los cuales están en relación, porque pueden producir un daño muy grande", indicó.
El Arzobispo señaló que la verdad es un valor que no debe ser traicionado y que la mentira, según la moral cristiana, "es mala por su propia naturaleza". "Jesús dice que el Diablo es mentiroso y padre de la mentira", recordó.
"Se suele decir que hay mentiras piadosas cuando en realidad no hay mentiras piadosas. Si bien la mentira no siempre es pecado mortal es seguro que nunca es piadosa, porque estamos estafando esa necesidad de trasmitir la verdad", añadió.
Asimismo, explicó que "es cierto que la mentira no siempre tiene el mismo grado de gravedad, de pecaminosidad. Hay mentiras más graves y otras más leves; eso depende de la naturaleza de la verdad que está en juego, la verdad a la cual se traiciona mintiendo, y también depende del daño que se produce al pronunciar una mentira".
En ese sentido, recordó que "siempre somos responsables de la mentira que decimos y entonces tenemos la obligación de reparar el daño que con la mentira se produce. ¿A qué viene todo esto? A que me parece que en la sociedad argentina hay una fuerte tendencia a vivir menoscabando la verdad".
Mons. Aguer dijo que esto no será fácil de corregir si se convierte en un hábito cultural. "Me parece que hay que empezar por sostener la verdad y decir la verdad en las relaciones cotidianas. No tenemos que mentir simplemente porque pensemos que es una mentira piadosa, porque cuando lo hacemos estamos estafando al prójimo con el cual hablamos. En esas pequeñas cosas de cada día se va fortaleciendo una virtud cristiana muy bella que es la veracidad", concluyó.