El Arzobispo de México (México), Cardenal Norberto Rivera, llamó a los fieles a seguir el ejemplo de San Juan Bautista, que anunció a Cristo "sin cobardías ante los que ostentaban el poder, sin conmoverse por las alabanzas de las multitudes, sin ceder a la continua presión de los fariseos".
"Cristo tiene necesidad del hombre para ser anunciado. La vocación de todo creyente es la de ser precursor, embajador, profeta, de su Señor. Testificar con palabras y con obras a Aquel que lo ha llamado, desde el vientre materno, a fin de que la salvación y la vida llegue también a los que están lejos", afirmó el Purpurado ante los cientos de fieles reunidos en la Catedral Metropolitana.
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Durante la fiesta de San Juan Bautista, el Arzobispo dijo que cada uno de los católicos debería cuestionarse si "estamos allanando el camino para que nuestros parientes y amigos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos y todos los que están lejos, se encuentren con el Señor, reciban a Aquel que es la gracia y la vida. Al igual que Juan el Bautista, todos los cristianos debemos ser heraldos de Cristo en el mundo que nos ha tocado vivir".
"De nosotros depende, en gran parte, que nuestro mundo no permanezca en tinieblas, sino que camine por senderos de luz y verdad", advirtió.
Añadió que "desde el seno materno son llamados Jeremías, el Siervo de Yahvé, el Bautista y el mismo San Pablo y su vocación culmina hasta el martirio. La vocación cristiana es radical, no hay nada que no esté incluido, nada es inútil, todo es precioso y santo".
"El Concilio Vaticano II con toda claridad nos enseña: ‘Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad... Para alcanzar esa perfección, los fieles, según la diversa medida de los dones recibidos de Cristo, deberán esforzarse para que, siguiendo sus huellas y amoldándose a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo’", recordó.
Finalmente, tras destacar la humildad del Bautista, el Cardenal Rivera afirmó que "en el anuncio de Jesucristo no son determinantes ni la sabiduría humana ni el poder".
"Poca era la fuerza de Juan para oponerse a los desvaríos del tetrarca, y limitado el alcance de su voz para preparar al Mesías un pueblo bien dispuesto. Es la fuerza de la Palabra de Dios y el poder del Espíritu lo que puede cambiar el curso de la historia y no las estrategias humanas", afirmó.