El Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, llamó a los estadounidenses a unirse a la campaña Fortnight for Freedom (Dos Semanas por la Libertad), y proteger el derecho a la libertad religiosa que está siendo amenazado por la política de la Administración de Barack Obama.
"La libertad religiosa es una libertad preciosa. Tristemente, también es una libertad rara. Tres de cada cuatro personas en el mundo viven en un país donde el gobierno no protege su derecho para dar culto y servir al Dios en el que creen", señaló el Prelado en su última columna enviada este viernes a ACI Prensa.
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Mons. Gómez recordó que los cristianos son los creyentes más perseguidos en el mundo, pues incluso en algunos países "arriesgan su vida cada vez que van a Misa".
"Este contexto global pone nuestro actual conflicto con el gobierno de los Estados Unidos en perspectiva. Pero es importante recordar: precisamente porqué los creyentes aquí no son castigados con violencia y son libres de ir a la iglesia, eso no significa que la libertad religiosa no esté en peligro", advirtió.
Por ello, dijo que la campaña Fortnight for Freedom que se inició ayer jueves es "un periodo de oración, sacrificio y testimonio público por la causa de la libertad religiosa. Yo me uno a mis hermanos en la Conferencia de Obispos Católicos de E.U. en el llamado a esta ‘Quincena por la libertad’, la cual terminará el 4 de julio, fiesta de la independencia de nuestro país".
El Arzobispo de Los Ángeles recordó que para los fundadores de Estados Unidos la libertad religiosa ha significado no solo la libertad de culto, sino también la "libertad para establecer instituciones que nos ayuden a vivir nuestra fe" y expresar sus valores en debates políticos, buscando persuadir a otros "para que compartan nuestras convicciones".
Sin embargo, advirtió que en años recientes esto se ha ido deteriorando "bajo constante presión de elementos anti-cristianos y secularizados en la sociedad norteamericana".
"El gobierno, en todos los niveles, está incrementando el empuje de agencias de la Iglesia para ir en contra de su creencia. La fe y los valores cristianos están más y más representados –en los medios de comunicación, en las cortes, aún en comentarios de altos oficiales del gobierno- como una forma de prejuicio", indicó.
Incluso, señaló, "algunas veces parece que el cristianismo está llegando a ser el único estilo de vida que no se puede tolerar que tenga un papel en nuestra vida pública".
Sin embargo, aclaró que esta lucha no se reduce al acceso al aborto y el control de la natalidad, "porque, desafortunadamente, ambos están ampliamente disponibles y asequibles a cualquiera que quiera obtenerlos en este país, a menudo subsidiados por gobiernos estatales y federales".
"Necesitamos ver esto claramente: Nuestro presente conflicto es parte de una lucha cultural más larga para volver a definir Norteamérica puramente como una sociedad secular -- en la cual no hay una función pública para las instituciones religiosas, excepto si ellas sirven a los propósitos del gobierno".
Señaló que "esta lucha ya lleva un largo tiempo. Lo que es nuevo es que nuestro gobierno -- que tiene el deber de proteger la libertad religiosa -- ahora toma partidos en contra de la libertad de la Iglesia".
Para ello usa "todo el peso de sus poderes para tratar de dictar los términos bajo los cuales a la Iglesia y a los creyentes católicos les será permitido participar en nuestra sociedad".
"Quizá por primera vez en nuestra historia, nuestro gobierno está actuando como si los derechos humanos no vinieran de la mano de Dios, sino como si fueran ‘beneficios’ que el gobierno puede dar, definir y quitar".
Dijo que hay gente bienintencionada "que me pregunta: ¿Por qué esto es tan importante? ¿Por qué la Iglesia no puede solamente comprometerse y proporcionar seguro de control de la natalidad para nuestros empleados? Ellos me dicen que se lograría un mayor bien si la Iglesia pudiera continuar sirviendo a los pobres en sus hospitales, escuelas y caridades".
Sin embargo, recordó que los católicos sirven a los pobres por amor a Cristo y no para complacer a un gobierno. El amor al Señor, indicó, "nos obliga a dar testimonio de que la vida, el matrimonio y la familia son sagrados y que es inmoral prevenir el nacimiento de niños".
En ese sentido, advirtió que el "compromiso" que le ofrece el Gobierno de Obama "es detenernos de amar a Cristo y de ser cristianos".
Ante esto, dijo que se hará lo que "la Iglesia y los cristianos han hecho siempre".
"Nosotros amamos a nuestros enemigos y oramos por los que nos persiguen. Vivimos nuestra fe con la libertad de los hijos de Dios, con un amor que sana e inspira a otros. Hablamos al mundo de la Buena Nueva de que Dios está vivo y de que Él nos llama a un gran destino de amor. Nosotros trabajamos para crear una sociedad de mutuo compartir, de reconciliación y amor, arraigados en la santidad de la persona humana y la familia. De modo que oremos esta semana unos por otros y por nuestro país", expresó.
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