Durante el Encuentro Mundial de las Familias en Milán, el Papa Benedicto XVI conversó personalmente con algunos matrimonios, novios, e hijos, que buscan vivir su unión arraigados en la fe y animó a los divorciados a seguir dentro de la familia de la Iglesia.
Durante la llamada "Fiesta de los Testimonios" celebrada el 2 de junio en el Parque de Bresso, Milán, Benedicto XVI habló con una niña nacida de un matrimonio vietnamita; dos novios de Madagascar; y tres matrimonios provenientes de Brasil, Nueva York, y Grecia.
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Cat Tien, la niña que quería saber más de la juventud del Papa
En su diálogo con Cat Tien, una joven vietnamita interesada en saber más del Papa en su papel de hijo, Benedicto XVI recordó que su crecimiento en la fe proviene de una familia sólida y unida.
Señaló, que el día esencial para su familia era el domingo, iba a Misa con ellos, y después, en casa, almorzaban y cantaban unidos, "fueron momentos inolvidables", recordó.
Benedicto XVI indicó que además, solían hacer viajes y caminatas en medio de la naturaleza, "en una palabra, éramos un solo corazón y un solo alma, con muchas experiencias en común, también en los tiempos difíciles, porque era la época después de la guerra, de la primera dictadura, y después de la pobreza". "Pero este amor recíproco que había entre nosotros, esta alegría también por las cosas sencillas era fuerte, y así se podían superar y soportar también estas cosas", expresó.
"Si trato de imaginar un poco como será el Paraíso, me parece siempre el tiempo de mi juventud, de mi infancia. Así, en este contexto de confianza, de alegría y de amor, estábamos felices y creo que en el Paraíso será similar a como era en mi niñez", concluyó.
Divorciados y "vueltos a casar"
El Santo Padre agradeció a un matrimonio de Brasil por su ayuda a las familias a este matrimonio, y explicó que "la realidad es que el problema de los divorciados vueltos a casar es uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia de hoy".
"El sufrimiento es grande y podemos solo ayudar a las parroquias, los solteros ayudar a estas personas a soportar el sufrimiento del divorcio. Yo diría que sería muy importante saber, naturalmente, la prevención, es decir, profundizar desde el inicio el enamoramiento en una decisión profunda, madura, también el acompañamiento durante el matrimonio, para que las familias no estén más solas, sino que realmente estén acompañadas en su camino".
En cuanto al rechazo que algunos divorciados creen tener por la Iglesia, el Santo Padre indicó que "la Iglesia los ama, pero ellos deben ver y sentir este amor".
"Aunque no puedan recibir la absolución ni la Eucaristía, deben ver que también así viven plenamente en la Iglesia".
Para enmendar esta carencia, "el contacto permanente con un sacerdote, con un guía espiritual, es muy importante para que puedan ver que están acompañados".
En este sentido, "también, sin la recepción corporal del Sacramento, podemos estar espiritualmente unidos a Cristo en su Cuerpo. Y hacer entender que esto es importante. Que realmente encuentren en la posibilidad de vivir una vida de fe, con la Palabra de Dios, con la comunión de la Iglesia, y que puedan ver que su sufrimiento es una don para la Iglesia, porque sirven así a todos también para defender la estabilidad del amor, del Matrimonio, y que este sufrimiento no es solo un tormento físico y psíquico, sino también un sufrimiento en comunidad, de la Iglesia por los grandes valores de nuestra fe".
Con los novios El Santo Padre señaló a estos novios asustados por los compromisos del matrimonio, que después del enamoramiento, y el noviazgo, el matrimonio implica estar realmente comprometidos en el amor y ser consciente a través del sacrificio por amor puro, se alcanza la felicidad.
"Yo pienso en las bodas de Caná –dijo-. El primer vino es hermosísimo: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir debe fermentar y crecer, madurar. Un amor definitivo que se convierta realmente en ‘segundo vino’, es más hermoso, mejor que el primero. Y esto es lo que debemos buscar", y después, con el apoyo de la "comunidad, de los amigos, de la Iglesia, de la fe, de Dios mismo, crece un vino que dura para siempre", aconsejó.
Familia y crisis económica
Al ser consultado por una familia de Grecia, sumergida en apuros económicos y sin esperanzas de futuro para sus hijos, Benedicto XVI indicó que hay que exigir a los partidos políticos una mayor responsabilidad, "que no prometan cosas que no pueden realizar, y que nos busquen solo los votos para sí mismos, sino que sean responsables con el bien de todos y que se entienda que la política es siempre una responsabilidad humana y moral ante Dios y los hombres".
El Santo Padre propuso el compromiso de ayudarse entre diversas familias del mundo, una especia de familias gemelas que se ayuden cuando lo necesitan, y en esta perspectiva, "estad seguros de que yo y muchos otros oramos por vosotros, y esta oración no es solo decir palabras, sino abrir el corazón a Dios y así crear también creatividad en la búsqueda de soluciones. Esperemos que el Señor os ayude", alentó.
Familia y secularización
Benedicto XVI dijo a los Rerrie, una familia que sumergida en las prisas de la sociedad secularizada, y con problemas para vivir el tiempo de la fiesta en familia que hay que reconciliar el trabajo con el ente familiar.
Ante esta situación, Benedicto XVI señaló que el puesto de trabajo "es fundamental, y la prioridad de la familia", pero cuando encuentran rivalidad, debe buscarse la creatividad y buscar en el domingo la fiesta, "de este modo pienso que defendemos la libertad del hombre, defendemos el domingo y las fiestas de Dios, y así días para el hombre".