Margherita Coletta, viuda del general de brigada de la policía italiana, Giuseppe Coletta, asesinado en un atentado suicida en Irak en 2003, afirmó que "la justicia debe seguir su curso", pero que sigue rezando para que los asesinos se arrepientan y se beneficien de la misericordia de Dios.
En declaraciones difundidas este 8 de mayo por el diario italiano Avvenire, Margherita recordó la trágica fecha del 12 de noviembre de 2003, cuando un atentado suicida en la base italiana en Nassiriyah (Irak), asesinó a 19 soldados italianos, entre ellos su esposo, y a nueve iraquíes. Luego del atentado se arrestaron a siete implicados.
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"La verdadera justicia vendrá de Dios. Aquí en la tierra debería también ser así para aquellos que han cometido un delito grave: como pago por sus pecados y con la esperanza de que la sangre derramada por nuestros hijos para la paz algún día conduzca a un cambio de actitud en estas personas. Aunque probablemente nunca lo sabremos", declaró.
Sin odio en sus palabras, la mujer y madre de una niña de diez años dijo que no desea venganza, pues "cuando alguien comete este tipo de acciones, todos somos víctimas: los que murieron al sucumbir a la violencia de otros y los que cometieron el delito, pues el verdugo antes o después lo paga; lleva el peso de su culpa toda la vida".
"La víctima inocente regresa a la Casa del Padre. Quien se queda en este vida, tiene que pagar las cuentas por lo que ha hecho y, por ello, estará peor… por lo menos hasta que no se encuentre con la misericordia de Dios", afirmó.
Por ello, dijo que una de sus oraciones "siempre han sido por ellos. Me gustaría saber quiénes son, si son niños, padres, maridos. Una cosa es saber que son siete, pero es sólo un número. Otra cosa es mirarles a los ojos: a través de los ojos se les puede dejar claro que hay esperanza para ellos, que el abismo del mal hecho no debe destruirlos y llevarlos a la desesperación. Porque la redención puede salvar hasta al peor criminal".
Margherita dijo que como humana, probablemente al principio le saltaría la rabia si pudiera reunirse con los asesinos, pues volvería a ver el cuerpo de su marido quemado vivo junto a sus compañeros. "Pero con la ayuda de Cristo estoy segura que vería a hermanos y me confiaría a esa acogida de Cristo que ve a todos como hijos suyos", aseguró.
Dijo que las personas que ven el perdón con rabia es porque no han "encontrado aún a Cristo. Si nadie se hubiese detenido bajo la Cruz y después se hubiese dirigido a aquella piedra rodada del sepulcro, ¿qué sentido tendría nuestra vida? Aquí está el punto de todo esto: cualquier situación que pueda darse, aunque sea la más dolorosa, se encuentra allí en la tumba vacía, símbolo de la resurrección. Ahí debemos encontrarnos todos. Pues la muerte sólo se vence con la vida".
Con respecto a su hija, dijo que es feliz al ver que no guarda "esa sensación de resentimiento que un día la podría convertir en una persona negativa. Sólo siente gratitud por su padre; sólo conserva el bien que hizo por los niños".