Al celebrar esta mañana la Santa Misa del Domingo del Buen Pastor en la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto XVI ordenó nueve presbíteros y recordó que la celebración de la Misa es mucho más que un ritual, una misión.
En la celebración de la ceremonia también participaron el Vicario General de Roma, Cardenal Agostino Vallini; el Obispo Auxiliar de Roma, Mons. Filippo Iannone, así como otros Obispos Auxiliares y los Superiores de los distintos seminarios.
Los nueve sacerdotes, provenientes de diversos seminarios de Roma, pasarán a formar parte de la Diócesis de Roma, y uno de ellos a la Diócesis de Bui Chu, en Vietnam.
Durante la homilía, Benedicto XVI señaló que “para el sacerdote, celebrar cada día la Santa Misa no significa hacer un ritual, sino cumplir una misión que nos implica totalmente y profundamente la existencia, en comunión con Cristo resucitado que, en su Iglesia, continúa aplicando el sacrificio redentor”.
“Esta dimensión eucarística-sacrificio es inseparable de aquella pastoral y constituye el núcleo de verdad y de fuerza salvífica, de la cual depende la eficacia de cada actividad. Naturalmente, no hablamos de la eficacia solamente dentro del plano psicológico o social, sino de la fecundidad vital de la presencia de Dios a nivel humano profundo”.
Benedicto XVI subrayó que el sacerdote "está llamado a vivir en sí mismo aquello que experimentó Jesús en primera persona, aquello de darse plenamente a la predicación y a la curación del hombre de todo mal del cuerpo y del espíritu, y después, al final, resumir todo en el gesto supremo del dar la vida por los hombres".
El Papa indicó que este gesto "encuentra su expresión sacramental en la Eucaristía, memorial perpetuo de la Pascua de Jesús".
“La misma predicación, las obras, los gestos de varios tipos que la Iglesia cumple con sus múltiples iniciativas, perderían su fecundidad salvífica si se perdiese la celebración del sacrificio de Cristo. Y está se confía a los sacerdotes ordenados”.
El Santo Padre resaltó también que la figura del pastor es de gran relevancia en las sagradas escrituras y muy importante para la definición del sacerdote, ya que es donde “adquiere su plena verdad y claridad sobre el rostro de Cristo, en la luz del Misterio de su muerte y resurrección”.
Al recordar el Evangelio según San Juan, indicó que el buen pastor debe imitar a Jesús y su sacrificio, porque “da su propia vida por las ovejas”, y “esto es el culmen de la revelación de Dios como pastor de su pueblo”.
“Este centro y culmen es Jesús, porque precisamente Jesús muere en la cruz y resucita en el sepulcro al tercer día, resucita con toda su humanidad, y de este modo nos hace participar, a cada hombre, en su transición de la muerte a la vida”.
El Santo Padre señaló que “Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, y que se convierte en la piedra angular”.
"En ningún otro está la salvación, no hay otro nombre dado a los hombre bajo el cielo en el cual esté establecido que estamos salvados”.
Benedicto XVI recordó además que “no solamente somos llamados hijos de Dios, sino que realmente lo somos. La condición filial del hombre es el fruto de la obra salvífica de Jesús con su encarnación, con su muerte y resurrección y con el don del Espíritu Santo que Él otorgó al hombre dentro de la relación nueva con Dios, su misma relación con el Padre”.
“Por esto, Jesús resucitado dijo ‘subo al Padre mío y Padre vuestro, Dios mío y Dios vuestro’”.
El Papa señaló que esta relación es plenamente real, sin embargo sólo estará plenamente al final, cuando, si Dios lo quiere así, podremos ver su rostro, sin velos.
Benedicto XVI también insistió en recordarles a los nuevos sacerdotes que la característica del buen pastor es dar la vida por los que ama.
Al final de su homilía, el Santo Padre deseó a los nuevos presbíteros que la palabra de Dios ilumine sus vidas, y “cuando el peso de la cruz se haga más pesado, sabed que esa es la hora más preciosa para vosotros y para las personas que se os confían".
"Renovando con fe y con amor vuestro ‘sí, con la ayuda de Dios lo quiero’, vosotros cooperaréis con Cristo, sumo sacerdote y buen pastor a hacer pastar a sus ovejas, quizá a esa que se perdió, ¡pero por la cual hacemos una gran fiesta en el cielo!”.
Benedicto XVI señaló que “sólo a través de esta puerta del sacrificio pascual los hombres y las mujeres de todos los tiempos pueden entrar en la vida eterna, y a través de este ‘camino santo’, pueden cumplir el éxodo que los conduce a la ‘tierra prometida’ de la verdadera libertad. A los pastos herbáceos de la paz y de la alegría sin fin”.