El 23 de abril, los patriarcas de la Iglesia Católica en Tierra Santa lanzaron un llamado para poner freno a la trata de seres humanos y de rehenes en el desierto del Sinaí.

El llamado fue encabezado por el Patriarca Latino de Jerusalén, Mons. Fouad Twal, junto a los Obispos Auxiliares de Jerusalén, Mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, y Mons. William Hanna Shomali; el Patriarca Emérito de Jerusalén, Mons. Michel Sabbah; y el Delegado Apostólico en Jerusalén y Palestina, y Nuncio Apostólico de Israel y Chipre, Mons. Antonio Franco.

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Según informó Radio Vaticana, los Ordinarios expresaron a través de una nota su indignación ante las autoridades afectadas por nula defensa de los derechos humanos.

"Pedimos insistentemente a las autoridades civiles egipcias, israelíes y a la comunidad internacional, que intensifiquen sus esfuerzos para luchar contra la trata de seres humanos en el Sinaí, contra los abusos, las humillaciones, las torturas, la violencia, y los asesinatos que perduran y golpean a los prófugos africanos", exhortaron.

Los Ordinarios de Tierra Santa pusieron de relieve que quienes escapan de sus países de origen a causa de la guerra y de la violencia deben ser protegidos de los abusos criminales de quienes buscan aprovecharse de ellos.

Además, amparados en el mensaje que el Papa Benedicto XVI enunció el 5 de diciembre de 2010 pidiendo la intervención de la comunidad internacional para salvar a las víctimas de los traficantes y criminales, -como en el caso del drama de los rehenes eritreos y de otras nacionalidades en el desierto del Sinaí-, los Ordinarios exigieron el cese inmediato del tráfico de seres humanos.

"Desde entonces, la situación de estas víctimas ha empeorado", denunciaron.
"Recordamos a las autoridades civiles en Egipto y en Israel sus obligaciones de respetar las disposiciones y las normas internacionales que interesan los derechos humanos en el tratamiento, la protección de la dignidad y de la integridad física y psicológica de las personas, incluido el derecho a un procedimiento regular y un proceso equitativo para los solicitantes de asilo y los inmigrados", prosigue el mensaje.

Por otro lado, agradecieron y felicitaron a los trabajadores de las organizaciones que luchan por la defensa de los derechos humanos y que actúan para socorrer a las víctimas de los traficantes.

Finalmente, los firmantes se comprometieron a la asistencia espiritual de los católicos con la esperanza de poder brindarles consuelo en la oración.