El Arzobispo de Lima (Perú), Cardenal Juan Luis Cipriani, pidió que nunca más haya violencia en el país, durante el 15º aniversario del rescate de 71 rehenes de la residencia del embajador de Japón, tomada el 17 de diciembre de 1996 por terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
El 22 de abril de 1997, 142 comandos de las fuerzas armadas del Perú irrumpieron violentamente en la residencia del embajador japonés y rescató a 71 de los 72 rehenes que el MRTA mantenía en cautiverio y que quería canjear por 400 terroristas presos. En el operativo militar murieron dos comandos, un rehén y los catorce terroristas.
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"Recordaremos en nuestras oraciones a todo nuestros hermanos, vivos y difuntos, que un día como hoy participaron en este suceso que conmovió al mundo de rescatar a los rehenes de la Embajada del Japón. Recemos para que nunca más en nuestra patria haya violencia, que en eso estemos todos unidos", expresó el Cardenal, que en ese entonces era Arzobispo de Ayacucho y participó como garante de la Santa Sede en las negociaciones de liberación pacífica.
Durante la Misa dominical, el Arzobispo recordó que "la violencia empieza siempre por la mentira; luego, esa mentira interior pasa a las palabras, ofendiendo; y luego pasa a la violencia física, a la muerte, a la explosión, al abuso; pero empieza en el corazón que miente, que abusa, que es injusto, que ofrece y dice lo que no piensa, y la gente lo ve".
Finalmente, afirmó, aparece "la ideología de la violencia" que empuja a la gente a matarse unos a otros. "Hermanos, reclamemos esa paz y esa unidad alrededor de la verdad, del bien, de Jesucristo", señaló.
Durante la homilía, el Arzobispo de Lima también exhortó a los fieles a mostrar su conversión de corazón con obras. "Si eres padre de familia que se vea en tu paciencia, en tu alegría, en tu amor a tu esposa; y la esposa, en el amor a su esposo. Si eres joven que se vea en tu obediencia, en tus estudios y en tu comportamiento", señaló.
El Cardenal aseguró que "convertirse y ser santos es más fácil que ser sabios. Para ser santos hace falta humildad, pedir ayuda, esforzarse cada día para portarse mejor. Seamos testigos vivos de Cristo. No tantas palabras, practiquemos obras de fe y amor. Ese es el gran desafío de ser más testigos de Cristo".