Al término de su asamblea plenaria, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana dio a conocer una declaración en la que afirman que el Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, "es una oportunidad para expresar sin miedo nuestra creencia".
En el texto titulado "Cuidemos nuestro planeta", los prelados se refieren al Año de la Fe convocado por el Papa, que comenzará el 11 de octubre de 2011, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el 20º aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.
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Respondiendo a las indicaciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dicen los prelados, "dedicamos una jornada de estudio al tema de la fe, de su testimonio personal y de su transmisión a las nuevas generaciones, de acuerdo con la misión específica de los Obispos".
"En un mundo de profundos cambios, en el que Dios es constantemente desplazado, somos conscientes de que debemos hacer una verdadera revisión de nuestra vivencia como cristianos, para renovar y hacer más auténtica nuestra fe", afirman.
"El Año de la Fe es una oportunidad para expresar sin miedo nuestra creencia, para mostrar nuestra fe y ser capaces de transformar nuestra vida desde el mensaje salvador del Señor Jesús", destacan luego.
Tras recordar que este tiempo convoca a todos para el camino de conversión que pide Dios, los obispos afirman que "en comunión con el Santo Padre la Iglesia en el Ecuador quiere responder, desde su realidad, a los desafíos que la sociedad le plantea actualmente, para que el Año de la Fe sea en nuestro país un año de gracia en el que cada creyente ‘redescubra el camino de la fe’, dando testimonio de su ser cristiano".
Sobre el cuidado de la naturaleza y la explotación de los recursos naturales, los obispos ecuatorianos afirman que "el gran desafío para los Gobiernos y las empresas mineras y petroleras sigue siendo la extracción de los metales de la tierra sin afectar negativamente la vida del ser humano y la de la naturaleza".
"No se trata de decir un SI o un No rotundo y acrítico a la minería y a la explotación petrolera, sino de informarse amplia y detalladamente sobre sus beneficios, y perjuicios y, luego, tomar decisiones inteligentes, oportunas y valientes, teniendo presente que la vida y la salud de los seres humanos y el equilibro del medio ambiente son más importantes que todos los metales. Uno de los bienes más preciosos que debemos cuidar, por ejemplo, son las fuentes hídricas; pues, podemos vivir sin oro, pero sin agua, jamás".
Seguidamente afirman que "como pastores de una Iglesia Católica, Madre y Maestra de todos los hijos de Dios, queremos ratificar nuestro compromiso de seguir acompañando a las hermanas y hermanos que se ven afectados por los problemas sociales y por los peligros del petróleo y de la minería para su vida y su dignidad, mediante la formación de una conciencia ecológica".
Los obispos también asumen "la responsabilidad de ofrecer orientaciones éticas claras, planteamientos razonables y la asistencia espiritual, de tal manera que la explotación de los ricos y numerosos recursos naturales que posee nuestro país redunden en un positivo beneficio y en el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias y pueblos y del medio ambiente donde vivimos".