El Arzobispo de Corrientes (Argentina), Mons. Andrés Stanovnik, ordenó sacerdote al diácono Antonio Salvador De Iacovo, de 62 años, que luego de estar casado 30 años, enviudó en 2007 y en 2009 decidió volver a la vocación que había sentido de joven.
El Arzobispo recordó que el ahora sacerdote y padre de cuatro hijos fue su compañero en los primeros años del seminario entre 1968 y 1972.
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"En el llamado de Jesús, nuestro diácono encontró la respuesta a su honda inquietud de buscar al Señor y serle fiel. Esto nos hace pensar que hay dos inquietudes que se encontraron: la de Jesús que llama y el hombre que le responde", dijo Mons. Stanovnik.
"No sólo nosotros, sino también el corazón de Dios está inquieto por el hombre. Él nos espera, nos busca, sale incluso ya al caer la tarde, no vaya a ser que aún se encuentren hombres y mujeres a quienes nadie hubiera invitado", añadió.
Por su parte, el P. De Iacovo dijo que "si uno sabe escuchar y está atento, Dios te lleva con suavidad, invitándote entre muchas opciones a seguirlo y no se enoja ante las decisiones que uno elija (…). A todos Dios nos quiere santos, desde el lugar en el que estamos".
Durante la homilía, el Arzobispo señaló que ahora las manos y vida del sacerdote "se ponen a disposición de las manos de Jesús" para perdonar, consolar, alimentar y "construir la comunión en la Iglesia y entre todos los hombres".
"Que sus manos y toda su vida esté siempre a disposición de Cristo y de su Iglesia, para que muchos puedan experimentar con toda confianza el perdón y la misericordia de Dios", expresó Mons. Stanovnik.
Según se desprende de las normas de la Iglesia, concretamente del canon 1042 del Código de Derecho Canónico que establece quienes están impedidos para acceder al sacerdocio, un viudo cuyos hijos ya no dependen directamente de él para su supervivencia, puede acceder a las órdenes sagradas.