La actitud habitualmente no confrontacional de los Obispos de Cuba respecto del régimen político de la Isla es justificada por una parte importante de los laicos comprometidos en la pastoral de la Iglesia local, en vísperas de la histórica llegada del Papa Benedicto XVI a Cuba.
ACI Prensa pudo conversar con varios laicos comprometidos con la vida diaria de la Iglesia en la ciudades de Holguín y Santiago –donde el Pontífice será bienvenido este lunes por la tarde- respecto a los comentarios provenientes de la disidencia local y del exilio, que acusan a los obispos de no tomar una actitud más firme contra el régimen de los Castro o de no utilizar su autoridad moral para presionar por una transición más rápida a la democracia.
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Por lo sensible del tema, los distintos laicos hablaron libremente a condición de no ser identificados.
La realidad que presentan respecto de los obispos en su relación con el gobierno; sin embargo, es más compleja que la que usualmente se ve desde fuera.
Señalan, por ejemplo, que aunque la visita del Papa Juan Pablo II no produjo cambios políticos visibles; sí abrió una era “radicalmente distinta”, en palabras de un líder laico en Santiago.
Una laica comprometida en Holguín señala que, a diferencia de algunas comunidades católicas detrás de la Cortina de Hierro, como Polonia “las estructuras de la Iglesia Católica en Cuba desaparecieron completamente. La Iglesia perdió no sólo un sinnúmero de propiedades, sino el derecho a cualquier forma de educación, asociación u organización laical”.
Como consecuencia, la ignorancia religiosa y el desinterés en la Iglesia Católica, especialmente de la llamada “generación intermedia” –aquellos nacidos poco antes o poco después de la revolución comunista- se volvió un fenómeno masivo.
“En Santiago, por ejemplo, son muchos más los que practican la santería que quienes asisten a Misa; y muchos de los que aún asisten a Misa, practican la santería”, explica un laico de esta antigua ciudad del occidente cubano.
La visita del Papa Juan Pablo II en 1998, explican, abrió las puertas de la Iglesia local no sólo a la recuperación de algunas propiedades, sino a la recepción de recursos internacionales para la reparación de templos, e incluso la construcción de algunos nuevos.
En efecto, a medio camino en la carretera que une Holguín con Santiago, es posible ver la lenta construcción de un nuevo templo que cuenta con una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Del mismo modo, el gobierno cubano ha devuelto a la Iglesia en Santiago la mayoría de las propiedades que se encontraban en la base de la catedral local –hoy muy deteriorada y en proceso de reconstrucción-; y donde antes existía una conocida heladería, hoy funciona una librería católica adornada con carteles referidos a la inminente visita del Papa Benedicto XVI.
Pero los logros más importantes no son los materiales, explica a ACI Prensa un laico de Holguín. “Aunque no hemos logrado recuperar el derecho a la educación escolar o universitaria; las posibilidades de asociación y de formación han crecido casi explosivamente”, explica.
En efecto, este mismo líder laical, como muchos de otras diócesis cubanas, han tenido acceso a viajar a otros países, especialmente México, para recibir formación avanzada en catequesis, pastoral familiar, uso de medios de comunicación y otras disciplinas.
“Algunos de nosotros”, explica otra laica en Santiago “estamos dando cursos de formación no sólo pastoral, sino profesional a un número creciente de jóvenes.” “Gracias a ellos –agrega, una generación nueva de jóvenes está acercándose a la Iglesia y formándose en la fe”.
Muchos de estos programas resultan especialmente atractivos, ya que varias diócesis cubanas han recibido autorización para establecer acuerdos con universidades extranjeras –la mayoría españolas- y conceder así títulos de valor universitario; “algo inimaginable en Cuba hace apenas unos años”, agrega.
Los laicos locales reconocen que los obispos son el blanco de crítica de la disidencia interna y de parte importante de la población católica cubana en el exilo, que les gustaría verlos cumplir un papel vocal como el de la Iglesia en Polonia.
En estos sectores existe especial frustración porque la visita del Papa no contempla un encuentro oficial con grupos disidentes como las “Damas de Blanco”.
Los laicos recuerdan que no son los obispos, sino el gobierno, quien toma las decisiones finales sobre la agenda del Pontífice. Reconocieron desconocer si el episcopado propuso en algún momento incluir a representantes de la disidencia política dentro del programa del Santo Padre aprobado por el gobierno.
Sin embargo, los numerosos laicos consultados por ACI Prensa explican que los obispos han preferido preparar a la Iglesia para que, cuando llegue una nueva era en la vida de la Isla, exista un significativo laicado preparado, que hasta hace poco era casi inexistente.
“¿Es una decisión riesgosa, que puede tener un alto costo político en el futuro? Sin duda”, dice uno de ellos. “¿Podrían los obispos tener un papel más enérgico a favor de los llamados presos de conciencia o pidiendo cambios políticos en la Isla? Posiblemente sí”, agrega.
Sin embargo, el mismo laico niega que los obispos en Cuba estén evitando la confrontación con el gobierno por temor o conveniencia.
“La decisión de los obispos de apostar por contar con los medios y ambientes para formar a los laicos es una decisión prudencial. Ha sido cuidadosamente deliberada y pensada. Muchos analistas la critican, y nadie dice que la decisión sea perfecta. Pero se necesita conocer más la realidad por dentro antes de apresurarse a hacer un juicio”, concluyó uno de los laicos.