En su discurso en la Plaza de la Paz, el Papa Benedicto XVI invitó a los niños mexicanos a tomar como ejemplo la vida de cristiana a Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, que anunciaron a Cristo en los primeros años de la evangelización de México pues “descubrieron que no había tesoro más grande que Él”.

“Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos. Cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano. Participen en la Misa del domingo, en la catequesis, en algún grupo de apostolado, buscando lugares de oración, fraternidad y caridad. Eso mismo vivieron los beatos Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, que conociendo a Jesús, en tiempos de la primera evangelización de México, descubrieron que no había tesoro más grande que él. Eran niños como ustedes, y de ellos podemos aprender que no hay edad para amar y servir”, afirmó el Papa.

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Cristóbal, Antonio y Juan

Los niños Cristóbal, Antonio y Juan fueron martirizados entre los años 1527 y 1529 por predicar la doctrina cristiana en la Nueva España (hoy México).

Fueron beatificados el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe por Juan Pablo II

Cristóbal nació en una población de Atlihuetzía y cursó sus estudios en la escuela franciscana de Tlaxcala hacia 1524 – 1527. Murió a la edad de 12 años.

Cristóbal fue el hijo más querido de su padre Acxotecatl; cuando los franciscanos reunieron a los hijos de los caciques para formar la primera escuela, Acxotecatl envió a sus otros hijos y se reservó a Cristóbal, pero más tarde fue llevado a la institución, donde asimiló con rapidez la doctrina cristiana, a tal grado que él mismo pidió el bautismo.

En seguida, comenzó a exhortar a su padre y a sus familiares para que dejaran la embriaguez y abandonaran los ídolos, porque era un pecado. Axcotecatl pensó que lo que le decía su hijo era una simple repetición de las enseñanzas de los frailes y no le hizo caso, y ante esa indiferencia Cristóbal derramaba el pulque que se encontraba en la casa de su padre y destruía a los ídolos.

Irritado Axcotecatl por la actitud de Cristóbal, concibió la idea de quitarle la vida; fingió celebrar una fiesta familiar, mandó a llamar a sus hijos de la escuela franciscana y cuando estuvieron presentes se quedó sólo con Cristóbal. Cerrada la habitación, comenzó a increparlo, a golpearlo, a darle de puntapiés y finalmente lo echó al fuego.

Rescatado por su madre y otros familiares, Cristóbal sobrevivió las primeras horas del día siguiente y más tarde murió. Su padre ordenó que lo sepultaran en una de las habitaciones de su casa, y cuando se descubrió el crimen, Fray Andrés de Córdoba, en compañía de muchos indios trasladó el cuerpo de Cristóbal al primer convento que tenían los franciscanos para después trasladarlo al ex convento de San Francisco, actualmente la catedral de La Asunción.

Sobre Antonio y Juan, la historia dice que nacieron en el pueblo de Tizatlán, uno de los cuatro señoríos de la antigua República de Tlaxcala. El padre de Antonio fue Ytzehecatzin. Ambos fueron educados en la primera escuela franciscana de Tlaxcala.

Dos años después del martirio de Cristóbal, llegaron a Tlaxcala dos religiosos de la orden de Santo Domingo, uno se llamaba Bernardino Minaya, el otro, probablemente, era Gonzalo Lucero. Viendo a tantos niños de la escuela franciscana, suplicaron a Fray Martín de Valencia que les diera a algunos para sus compañeros, ya que les servirían de catequistas e intérpretes.

En este sentido, fueron designados Antonio, nieto de Xicohténcatl, con Juan, y un tercero llamado Diego. Fray Martín los exhortó a seguir preparándose, ya que quizá iban a sufrir mucho. Llegados a Tepeaca, los frailes dominicos comenzaron la predicación del Evangelio; los niños se dedicaron a recolectar ídolos en las poblaciones de Tecali y Cuahutinchán, donde fueron sorprendidos por los naturales que los mataron a palos. El niño Diego escapó. Los cuerpos fueron arrojados a una barranca y de ahí fueron llevados a Tepeaca y sepultados en una capilla.

Beatificación

Fray Toribio de Benavente (Motolinía), uno de los 12 frailes que llegaron a México en 1524, siendo guardián del convento de San Francisco de Tlaxcala en 1539 recolectó la información histórica en Atlihuetzía. Esa información la recibió de Luis, hermano de Cristóbal, el cual presenció el martirio desde una ventana, así como de otras personas de la familia.

Después, el Obispo Luis Munive Escobar, primer obispo de Tlaxcala, precanonizado el 13 de julio de 1959 por el Papa Juan XXIII y consagrado el 12 de noviembre del mismo año en Ocotlán, fue quien introdujo la causa de beatificación.

El 6 de mayo de 1990 los tres niños fueron declarados beatos por Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe, en México.