Esta mañana, con motivo del encuentro que los Obispos franceses tienen en el Santuario de Lourdes este año bajo el lema “Alegría y esperanza, 50 años después del Concilio Vaticano II”, el Papa Benedicto XVI, envió un videomensaje a sus participantes para alentarlos espiritualmente y renovarlos en la fe.
En su mensaje, el Santo Padre explicó que el Concilio Vaticano II “es un auténtico signo de Dios para nuestra época. Si sabemos leerlo y recibirlo dentro de la tradición de la Iglesia y bajo la dirección segura del Magisterio, será cada vez más una fuerza propulsora para el futuro de la Iglesia”.
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Benedicto XVI recordó que entramos en el Año de Fe, y esto debe servir como impulso para la renovación, “debemos conseguir que nuestra fe sea más consciente y reavivar nuestra adhesión al Evangelio”, dijo.
“Para ello, es necesaria una apertura siempre más grande a la persona de Cristo, reencontrar el placer de la Palabra de Dios, para lograr una profunda conversión de nuestro corazón y poder así caminar por las sendas del mundo proclamando el Evangelio de la esperanza a los hombres y mujeres de nuestro tiempo en un diálogo respetuoso con todos”.
“¡Que este tiempo de gracia haga también posible que se consolide la comunión dentro de la gran familia que es la Iglesia Católica y contribuya a restaurar la unidad entre todos los cristianos, que fue uno de los objetivos principales del Concilio!”, exclamó.
Además, el Santo Padre indicó que la renovación de la Iglesia nace también a través del testimonio de la vida de los cristianos y en el modo en que hacen resplandecer “resplandezca la Palabra de verdad que el Señor nos dejó”.
El Papa recordó también el testimonio de diversos modelos cristianos como Santa Bernadette, “la humilde vidente de Lourdes”, y Pauline Jaricot, “que suscitó en la Iglesia un nuevo impulso misionero y tantos otros, que han hecho florecer la tierra de Francia, profundizaréis en el conocimiento de Cristo”.
“Volver a descubrir la alegría de creer y el entusiasmo de comunicar la fuerza y la belleza de la fe es un desafío esencial de la nueva evangelización a la que está llamada toda la Iglesia”, concluyó.