El Cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, Arzobispo de Kinshasa (Congo) y encargado de las meditaciones de los ejercicios espirituales del Papa Benedicto XVI y la curia vaticana, señaló que en la lucha por el bien, no se debe bajar la guardia incluso "si parece que el misterio del pecado nos supera".
Así lo indicó el Purpurado en sus meditaciones en las que trata el tema "La comunión del cristiano con Dios". Partiendo de la señal de la Cruz, el Cardenal ha reflexionado sobre Dios como vida, luz, verdad, misericordia y guía amorosa, para tratar luego el amor del mundo, la falta de fe en Cristo y el pecado del sacerdote.
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El Cardenal ha dicho que "vivir en la verdad es vivir según las bienaventuranzas. Es rechazar la mentira en nuestras palabras y acciones, y repudiar la hipocresía que nos empuja a aparecer de modo diverso a como somos".
También la Iglesia debe combatir la mentira y el engaño en su interior y en el mundo, y luchar "para que la Verdad del Evangelio de Cristo sea conocida y vivida", añadió.
Sobre la señal de la cruz, el Arzobispo que es un gesto que supera la costumbre y que en realidad es un acto "con el que añadimos a cada acción el esplendor de la conciencia, el dinamismo de la libertad". Es un signo que significa "sacrificio por amor: es la muerte para la resurrección".
"Implica, por tanto, la renuncia a la vanidad, al deseo de prestigio, de poseer y dominar, para consagrar el propio obrar a Cristo".
El Cardenal también se ha referido a los males del mundo como las guerras, la violencia, el aborto y todas las formas de instrumentalización del ser humano; y ha invitado a no permanecer indiferentes ante "la represión y la explotación del hombre por el hombre. No hay que bajar la guardia, incluso si el misterio del pecado parece que nos supera".
"Es preciso caminar en la luz, es decir, decidirse a abandonar el pecado" para dejar que la Verdad transforme la propia vida mediante un camino de "conversión siempre renovada". El Cardenal Pasinya afirmó además que la comprensión de Dios como verdad interpela sobre todo a quienes "ya no tienen conciencia de sus pecados, a quienes han perdido el sentido del pecado porque han dejado de plantearse el problema de Dios"; así como a aquéllos que no poseen criterios de moralidad y confunden el bien con el mal.
Esta tendencia está relacionada con la "indiferencia religiosa que afirma que todas las religiones son válidas, pero que en realidad quiere una moral fácil".
Asimismo el Purpurado advirtió que los sacerdotes tampoco están libres de estos errores, "en la medida en que la aridez espiritual los conduce a menudo a los mismos defectos. El ministerio sacerdotal se transforma entonces en funcionariado, sin un verdadero sentido de Dios".
En una meditación sucesiva, Mons. Laurent Monsengwo Pasinya puso como ejemplo el caso emblemático de los apóstoles Pedro y Judas. El primero, de ánimo generoso, "cayó porque fue temerario y se expuso muy de cerca al peligro. Pero en seguida abandona el lugar de su caída y llora amargamente su pecado".
Se puede extraer de aquí una lección para todos los sacerdotes: "nuestra generosidad no nos pone a salvo del pecado. Es preciso tomar medidas prudentes y no ser temerarios exponiéndose a las caídas".
"En toda situación y pase lo que pase –concluyó– el Señor está siempre a nuestro lado. La mayor injusticia que podemos hacerle es dudar de su misericordia, como Judas".