El Papa Benedicto XVI, a sus 84 años de edad, termina su jornada laboral nunca antes de las 11:00 p.m., reza el Rosario todos los días, se levanta a las 5:00 a.m. y usa un celular cuyo número solo conocen sus colaboradores más cercanos.
En un artículo publicado en Europaquotidiano, el periodista italiano Aldo Maria Valli hace un recorrido sobre un día normal en la vida del Santo Padre que se levanta cuando la Ciudad del Vaticano "todavía está inmersa en el silencio".
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El periodista considera que el Papa es "como buen alemán, un hombre metódico", y "ama organizar sus jornadas hasta el mínimo detalle, según horarios precisos".
La Misa cotidiana en la Capilla Privada la celebra Benedicto XVI las 7:00 a.m., junto a sus dos secretarios personales, el P. Georg Gänswein, y el P. Alfred Xuereb.
Como asistentes, colaboran Carmela, Loredana, Cristina y Rossella, cuatro laicas consagradas de origen italiano con votos de obediencia, castidad y pobreza, miembros de la comunidad Memores Domini del Movimiento Comunión y Liberación.
Además, también participa en la Misa el ayudante de habitación del Santo Padre, Paolo Gabriele, un hombre de 46 años, casado y con tres hijos.
Luego de la Misa que siempre celebra en italiano, sobre las 8:00 a.m., Benedicto XVI desayuna y se traslada a su estudio en donde permanece hasta las 11:00 a.m.
En su escritorio, el Santo Padre siempre tiene un crucifijo y dos teléfonos. Uno de ellos es un celular, cuyo número es solamente conocido por sus colaboradores más cercanos.
Valli señala que al Papa le gusta informarse bien de aquello que sucede en todo el mundo y lee la prensa internacional en diversos idiomas: alemán, italiano, inglés, francés y español. Mientras tanto, responde a las cartas de mayor urgencia.
Una vez cumplidas estas labores, pasa a organizar la agenda del día y recibe a las personalidades como jefes de estado, embajadores y otros representantes, en el segundo piso del Palacio Apostólico.
Los encuentros suelen desarrollarse en la Biblioteca del Papa, dependiendo del número de personas y de la solemnidad o fiesta que se celebre. Habitualmente las visitas se prologan por dos horas.
El miércoles, esta labor queda interrumpida por la Audiencia General, en la que el Papa encuentra a los peregrinos en el Aula Pablo VI o en la Plaza de San Pedro.
El Papa almuerza a la 1:30 p.m. con sus dos secretarios. Es raro que esté alguien más presente para compartir la comida que por lo general es mediterránea. Benedicto XVI no toma vino, sino naranjada, precisa Valli.
Después de almorzar el Santo Padre suele disfrutar de un breve paseo de no más de 10 minutos junto a sus secretarios por las terrazas del Palacio Apostólico, "adornadas con limoneros y naranjos que presiden una espléndida vista de Roma". En esos paseos no se suele hablar de trabajo.
El Papa reposa una hora y a las 3:30 p.m. vuelve a su escritorio. Dedica la tarde a la elaboración de de documentos, discursos, y homilías. No usa computadores, sino que escribe a mano y después sus textos son transcritos y traducidos.
El Santo Padre, dice el periodista italiano, es un escritor "extremadamente cuidadoso, le gusta retirarse en el estudio y escribir con calma, controlando las fuentes personalmente y consultado su vasta biblioteca personal".
A las 5:30 firma documentos preseleccionados por los secretarios y luego recibe a algunos de sus colaboradores más cercanos como el Secretario de estado, Cardenal Tarcisio Bertone; el sustituto de la Secretaria de Estado; el Secretario para las Relaciones con los estados; Arzobispo Dominique Mamberti, entre otros.
El Papa luego baja nuevamente a caminar, pero ahora en los Jardines Vaticano. Camina con uno o con ambos secretarios y con ellos reza el Rosario ante la réplica de la gruta de la Virgen de Lourdes.
La cena se sirve a las 7:30 p.m y suele ser frugal. A las 8 vuelve a su estudio y luego va a la capilla para rezar Completas.
Valli señala que el Papa "nunca va a la cama antes de las 11:00 p.m. Para verificarlo basta con pasar por la Plaza de San Pedro alrededor de esa hora y ver a qué hora se apaga la luz en la ventana del último piso del Palacio Apostólico".
En ese momento, concluye, "toda la Ciudad del Vaticano (excepto los guardias de turno y algunos controladores de servicio técnico) se cierra por algunas horas en espera de una nueva jornada".