Ante las diversas críticas de ciertos grupos civiles, destacados sacerdotes y expertos expresaron su apoyo a la decisión del Arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, de no reinstalar en la Catedral de esta capital un mural no religioso en franco proceso de deterioro.
A mediados de diciembre de 2011, Mons. Escobar decidió retirar de la Catedral el mural del artista Fernando Llort titulado "La Armonía de mi pueblo". Tanto Llort como otros representantes de la izquierda salvadoreña iniciaron una campaña de presión contra de la Iglesia y el Arzobispo para lograr la reposición del mural instalado en 1997.
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El mural de formas rectas y toscas, estaba conformado por tres mil piezas de cerámica de colores. El autor afirma que las figuras rectangulares a los costados eran "dos ángeles" "con sus alas inspiradas en las palmas de Panchimalco", un municipio del departamento de San Salvador.
El mural también representaba a un hombre con herramientas de trabajo locales, una figura que simbolizaba a una mujer con una canasta de frutos y una flor de cuatro pétalos.
Se podía apreciar además algo que asemejaba a un árbol de ceiba, las iniciales OR en alusión a Mons. Oscar Romero, un símbolo del sol y un ojo, rasgo masónico cuestionado por el Arzobispo, y una rama de olivo.
Llort convocó a una conferencia de prensa para expresar su rechazo a la medida y un grupo de artistas creó la "Coalición por la Reconstrucción del Mural" para involucrar a legisladores y otras autoridades en la reposición del mural, alegando que se trata de una obra con carácter de patrimonio cultural.
Mons. Escobar Alas ha explicado en más de una ocasión que a la Iglesia nunca se le notificó que el mural era parte del patrimonio cultural del país.
Tras las protestas, el Arzobispo y los sacerdotes locales publicaron varios comunicados en los que explican la posición de la Iglesia Católica y en donde Mons. Escobar, quien con el apoyo total de su Obispo Auxiliar y los vicarios, reiteró el 6 de febrero su decisión de no reponer el mural.
En declaraciones a ACI Prensa, el Vicario General de la arquidiócesis de San Salvador, Mons. Jesús Delgado, ratificó su apoyo al Arzobispo Escobar así como las razones para sacar el mural de la fachada de la Catedral.
"El azulejo (mural) fue retirado por representar un peligro para los fieles por su deterioro, ya que en cualquier momento se podía desprender. Además, según las leyes de la Iglesia, solo se pueden poner en los templos símbolos que representen la fe y ese azulejo era arte profano, no religioso", explicó.
En Facebook también hay distintos grupos que cuestionan a Mons. Escobar, como uno llamado "Indignados por el mural" en el que abundan los insultos contra el Arzobispo.
Sobre las críticas, el Vicario General de San Salvador reiteró que el mural no tenía lugar en la Catedral porque "el arte profano no tiene vocación ni alude a los religioso, puede ir bien en otras partes pero no en la iglesia", y explicó que debido a los temblores que suelen sacudir territorio salvadoreño, la obra podía ser peligrosa para los ciudadanos.
El Párroco de la Catedral de San Salvador, P. William Wilson Recinos Marroquín, dijo a ACI Prensa que en el terremoto de 2001 se cayeron varias partes del mosaico.
El domingo pasado, Mons. Escobar explicó que "según el derecho canónico, toda pintura que este en una Iglesia tiene que ser sacra, de alabanza a Cristo y despertar la piedad de los fieles" lo que no sucede con el mural.
El P. Sebastián Combin, doctor en teología y experto en historia de la Iglesia, señaló que "es justo salvaguardar la buena fe en el actuar del Sr. Arzobispo. Nadie, y pienso que aún menos, el Sr. Arzobispo actuó para provocar un mal al edificio, fuera o no patrimonio, en contra de la comunidad católica salvadoreña, ni tampoco del pueblo del Salvador".
El también docente en la Universidad Católica de Santiago del Estero (Argentina) dijo a ACI Prensa que los templos católicos deben ser siempre "un lugar de encuentro entre Dios y el hombre".
"Para ello hay unos elementos que distinguen a los templos los cuales se deben respetar a fin de que no rompan los esquemas mentales que el hombre tiene para distinguir la ‘casa’ de Dios. Asimismo pienso que es importante el cuidado de la estética litúrgica y de los buenos materiales que puedan ofrecerse a Dios".
Tras señalar que la obra de Llort puede gustarle a unos y a otros no, el experto explicó que el mural "no debe tener ningún símbolo masónico ni tampoco nada que pueda contradecir una norma litúrgica, ya que sería responsable el Arzobispo que hace 15 años aproximadamente permitió y aprobó el proyecto y la ejecución de dicho mosaico".
El P. Combin dijo además que es necesario asesorarse adecuadamente "a la hora de llevar a cabo reformar en los lugares de cultos, como así también revisar las normas litúrgicas y el buen gusto, la estética, la piedad".
Finalmente, comentó que hubiera sido mejor que Fernando Llort buscara el diálogo con el Arzobispo para llegar a una solución.