El fin de semana un grupo de ladrones ingresó a una parroquia de la localidad de Atizapán en el estado de México (México) y, al ser descubiertos, asesinó al párroco, Padre Jenaro Aviña.
Los delincuentes ingresaron entre las 6 y las 7 a.m. del 28 de enero a la parroquia de La Inmaculada Concepción. Los ruidos habrían despertado al sacerdote.
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El jefe de la policía de Atizapán, Pedro González Mendoza, informó que encontraron al P. Aviña, de 68 años de edad, vestido con pijamas y pantuflas. Algunas versariones de medios locales afirman que tenía tres dedos de la mano mutilados y un orificio de bala en la cabeza; mientras que otras señalan que fue golpeado en la cabeza con un picahielo.
Los fieles de la parroquia señalan que el mensaje del sacerdote fue "siempre crítico con la clase política y exhortando a los feligreses a encarar a los políticos con la valentía de Jesús".
El sobrino del párroco, Salvador Antonio Aviña, pidió a la justicia que el crimen no quede impune y afirmó que perdona a los asesinos.
"En cuestiones de la ley, como cualquiera, nos gustaría que se cumpliera como debe ser, como católico pues sabemos que debemos perdonar, y en esa creencia estamos, pero la ley es la ley y si no hay orden no podemos convivir como sociedad y ahora más como están las cosas", dijo.
El sacerdote fue despedido ayer domingo en una Eucaristía de cuerpo presente presidida por el Arzobispo de Tlalnepantla, Mons. Carlos Aguiar Retes, en la Iglesia en la que era párroco y en donde ocurrió el homicidio.
El sobrino dijo sobre el presbítero que "era una persona muy preparada, hablaba hebreo, latín, griego, francés, italiano, tengo entendido que parece ser que en poco tiempo iba a hacer un curso al extranjero otra vez".