En su mensaje por la 45º Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1 de enero de 2012 y que se ha dado a conocer hoy, el Papa Benedicto XVI hizo un especial llamado a los jóvenes a no desanimarse ante las dificultades, a no tener miedo al sacrificio y a buscar siempre a Dios para vivir los ideales del bien y la belleza.
En el mensaje titulado "Educar a los jóvenes en la justicia y la paz" y dirigiéndose a los jóvenes, el Papa recordó que "no son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno".
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"Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante a las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas".
Seguidamente el Santo Padre exhortó a no temer: "no tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo".
"Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos".
El Papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes que "nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.
A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar".
En el texto el Pontífice describió algunas de las características del mundo actual en medio de la crisis económica cuyas raíces son culturas y antropológicas. "Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día", señala.
En medio de las dificultades, dice luego, es necesario mirar la esperanza y el entusiasmo juvenil, ya que escuchar a los jóvenes y valorarlos "no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz".
El Papa dijo luego que "la Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y los anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver ‘cosas nuevas’".
Benedicto XVI se refirió luego a la educación de las nuevas generaciones como la "aventura más fascinante y difícil de la vida" y que esta tarea requiere "el encuentro de dos libertades, la del adulto y la del joven. Requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad, y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo".
"Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca; testigos que sepan ver más lejos que los demás, porque su vida abarca espacios más amplios. El testigo es el primero en vivir el camino que propone".
El primer lugar de la educación, recordó, es la familia "puesto que los padres son los primeros educadores. La familia es la célula originaria de la sociedad. ‘En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro’. Ella es la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz".
Ante las amenazas y los desafíos actuales que viven la familia, el Papa exhorta a los padres a no desanimarse: "que exhorten con el ejemplo de su vida a los hijos a que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica".
El Santo Padre también pidió a los educadores embarcarse en su misión respetando y valorando "en toda circunstancia la dignidad de cada persona" y solicitó a los responsables políticos a ayudar "concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho-deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad".
Tras pedir a los medios que también "den su aportación educativa", Benedicto XVI resaltó que para poder educar a una persona es preciso saber quién es el hombre reconociendo su especialísima dignidad de hijo de Dios creado a su imagen y semejanza.
"Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esta altísima dignidad".
El Papa se refirió luego al hecho de que solo en la relación con Dios el hombre es capaz de entender y vivir su libertad. "El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él".
El Pontífice afirmó que "para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho y del mal que ha cometido".
"Por eso, el ejercicio de la libertad está íntimamente relacionado con la ley moral natural, que tiene un carácter universal, expresa la dignidad de toda persona, sienta la base de sus derechos y deberes fundamentales, y, por tanto, en último análisis, de la convivencia justa y pacífica entre las personas".
El Papa explicó luego la importancia de educar en la justicia y la paz, dos valores fundamentales para el desarrollo humano integral que surgen del amor de Dios y que deben estar siempre presentes en la sociedad y en las relaciones entre las personas.
Finalmente Benedicto XVI alentó a mirar "con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz", concluyó.
Para leer el mensaje completo ingrese a: http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=430