En su discurso a los miembros del Gobierno de Benin, el Cuerpo Diplomático y los representantes de las principales religiones de ese país africano, el Papa Benedicto XVI hizo una profunda reflexión sobre la realidad de África y alentó a todos a no privar a los pueblos de la esperanza que Dios da a todos los hombres.
Luego de llegar al Palacio Presidencial de Cotonou tras celebrar la Santa Misa en privado en la capilla de la Nunciatura Apostólica. Benedicto XVI fue recibido por el presidente de la República, Thomas Boni Yayi.
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En la Sala del Pueblo el Papa dirigió un extenso y agudo discurso en el que pasó revista a diversos aspectos sociopolíticos y relacionados al diálogo interreligioso en el que Benin es un ejemplo para otras sociedades en el mundo actual.
"Cuando digo que África es el continente de la esperanza –explicó el Santo Padre– no hago retórica fácil, sino expreso simplemente una convicción personal, que es también de la Iglesia. Con demasiada frecuencia nuestra mente se queda en prejuicios o imágenes que dan una visión negativa de la realidad africana, fruto de un análisis pesimista".
El Papa describió luego dos maneras irrespetuosas que llevan a la cosificación de África: "es siempre tentador señalar lo que está mal; más aún, es fácil adoptar el tono del moralista o del experto, que impone sus conclusiones y propone, a fin de cuentas, pocas soluciones adecuadas. Existe también la tentación de analizar la realidad africana de manera parecida a la de un antropólogo curioso, o como alguien que no ve en ella más que una enorme reserva de energía, minerales, productos agrícolas y recursos humanos fáciles de explotar para intereses a menudo escasamente nobles".
Benedicto XVI explicó que los conflictos que se han visto en África en los últimos meses, en medio, además, de "demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y codicia, demasiado desprecio y mentira, excesiva violencia que lleva a la miseria y a la muerte", deben ser superadas por gobiernos que busquen siempre el bien común.
Al final de cuentas, dijo el Santo Padre, estas protestas lo que buscan aunque a veces los medios no sean los adecuados es exigir mayor humanidad que demandan "decisiones determinantes y opciones que no pueden eludir" los gobiernos.
"Desde esta tribuna, hago un llamamiento a todos los líderes políticos y económicos de los países africanos y del resto del mundo. No privéis a vuestros pueblos de la esperanza. No amputéis su porvenir mutilando su presente. Tened un enfoque ético valiente en vuestras responsabilidades y, si sois creyentes, rogad a Dios que os conceda sabiduría".
Esta sabiduría, dijo el Papa, "os hará entender que, siendo los promotores del futuro de vuestros pueblos, es necesario que seáis verdaderos servidores de la esperanza. No es fácil vivir en la condición de servidor, de mantenerse íntegro entre las corrientes de opinión y los intereses poderosos. El poder, de cualquier tipo que sea, ciega fácilmente, sobre todo cuando están en juego intereses privados, familiares, étnicos o religiosos. Sólo Dios purifica los corazones y las intenciones".
El Papa Benedicto XVI resaltó luego que "la Iglesia no ofrece soluciones técnicas ni impone fórmulas políticas. Ella repite: No tengáis miedo. La humanidad no está sola ante los desafíos del mundo. Dios está presente. Y este es un mensaje de esperanza, una esperanza que genera energía, que estimula la inteligencia y da a la voluntad todo su dinamismo".
Seguidamente indicó que "desesperar es individualismo. La esperanza es comunión. ¿No es este un camino espléndido que se nos propone? Invito a emprenderlo a todos los responsables políticos, económicos, así como del mundo académico y de la cultura. Sed también vosotros sembradores de esperanza".
Sobre el aspecto del diálogo interreligioso, el Pontífice alentó a superar los enfrentamientos que ocurren "en nombre de Aquel que es la vida" y subrayó que "ninguna religión, ninguna cultura puede justificar que se invoque o se recurra a la intolerancia o a la violencia".
"La agresividad es una forma de relación bastante arcaica, que se remite a instintos fáciles y poco nobles. Utilizar las palabras reveladas, las Sagradas Escrituras o el nombre de Dios para justificar nuestros intereses, nuestras políticas tan fácilmente complacientes o nuestras violencias, es un delito muy grave".
El Papa también exhortó a superar las dificultades para este diálogo que no siempre es fácil y a considerar que "no se dialoga por debilidad, sino que dialogamos porque creemos en Dios, creador y padre de todos los hombres. El diálogo es una forma más de amar a Dios y al prójimo en el amor de la verdad".
Finalmente el Papa Benedicto XVI señaló que "la fe vive el presente, pero espera los bienes futuros. Dios está en nuestro presente, pero viene también del futuro, lugar de la esperanza. El ensanchamiento del corazón no es sólo la esperanza en Dios, sino también la apertura al cuidado de las realidades corporales y temporales para dar gloria a Dios".
"Siguiendo los pasos de Pedro, del que soy sucesor –concluyó– deseo que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios. Estos son los votos que formulo para toda África, que me es tan querida. ¡Ten confianza, África, y levántate. El Señor te llama! Que Dios os bendiga. Gracias".
Para leer el discurso completo, ingrese a: http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=421