En la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires de Roma la Misa en memoria del sacerdote católico italiano Padre Fausto Tentorio, asesinado hace escasos días en Filipinas, donde trabajaba como misionero.
El Padre Tentorio, de 59 años de edad, fue asesinado el 17 de octubre por un desconocido cubierto con un casco que le disparó al salir de su automóvil mientras se dirigía a la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de la provincia de North Cotabato, al sur de Filipinas, para participar en un encuentro con todos los sacerdotes de su diócesis. La víctima recibió dos disparos en la nuca y un tercero en la espalda.
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El asesino huyó en una moto conducida por un cómplice de los que hasta ahora se desconoce la identidad. Aunque todavía no se ignora la causa del delito, varias fuentes apuntan a que el móvil esté relacionado con la prospección de minas, de las que el fallecido era un contrario y conocido activista.
El sacerdote trabajaba con un grupo tribal de la diócesis y seguía su mismo tipo de vida. Su evangelización consistía en garantizar la supervivencia y los derechos de este tipo de poblaciones generalmente marginadas.
En su testamento, P. Tentorio dejó escrito su epitafio, que consiste en una frase del profeta Miqueas: "Hombre, te ha sido enseñado aquello que es bueno y aquello a lo que el Señor te llama: practicar la justicia, amar la piedad, caminar humildemente con tu Dios". Y especificó el material de su sepultura: madera del árbol de caoba que él mismo plantó detrás su iglesia.
En un documento destinado a sus superiores hace algunos años, el Padre Fausto explicó estar "agradecido a Dios por el gran don de la vocación misionera".
"Soy consciente de que esta conlleva la posibilidad de verme involucrado en situaciones de grave riesgo para mi salud y seguridad personal, a causa de epidemias, secuestros, asaltos y guerras, hasta la eventualidad de una muerte violenta. Todo lo acepto con fe en Dios y ofrezco mi vida por Cristo y la difusión de su Reino", dice el escrito.
Tentorio era misionero del Instituto Pontificio para las Misiones en el Exterior (PIME), con sede en Roma.
El difunto, destinado a Filipinas desde finales de los años setenta, era párroco de Arakan, una localidad agrícola en la que la guerrilla maoísta es muy activa.
Se trata del tercer miembro del PIME asesinado en el sur de Filipinas desde los años ochenta. Los otros dos sacerdotes italianos fueron secuestrados por las milicias musulmanas en 1998 y 2007.
Durante la Misa, sus compañeros del PIME pidieron orar por Padre Fausto y sus familiares, la Iglesia en Filipinas y la conversión de los asesinos.