El Papa Benedicto XVI recordó que la guerra denigra la dignidad humana al recibir esta mañana en audiencia a los participantes del sexto Convenio Internacional de los Ordinarios Militares y el tercer Curso Internacional de Formación de Capellanes Militares para el Derecho Humanitario.
Desde la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre afirmó que “bajo los ojos de todos como en los devastadores sufrimientos producidos por la guerra, la dignidad humana es a menudo denigrada y la paz es turbada”.
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El Santo Padre recordó al Beato Juan Pablo II – de quien hoy celebramos su memoria - y su Costituzione Apostolica Spirituali militum por la que se da a los Ordinarios Militares “la posibilidad de promover una acción pastoral cada vez más adaptada y mejor organizada para una parte importante del pueblo de Dios, es decir los militares y sus familias”.
Asimismo recordó las palabras del Beato Wojtyla tras el atentado del 11 de septiembre a las torres gemelas de Nueva York: “La verdadera paz es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vigila bajo el total respeto de los derechos y deberes y sobre la igual distribución de beneficios y oportunidades. Pero la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a los límites y a los egoísmos personales y de grupo, debe incluir y, en cierto sentido completarse con el perdón que sana y restablece en profundidad las relaciones humanas”.
Benedicto XVI animó a los Ordinarios Militares a “garantizar a los hombres y a las mujeres de las Fuerzas Armadas a un existencia espiritual que responda a todas las exigencias de una vida cristiana coherente y misionera. Se trata de formar a cristianos que tengan una fe profunda, que vivan una práctica convencida de la religión, y que sean auténticos testimonios de Cristo en su ambiente”, exhortó.
Además, indicó que es fundamental que los Obispos y los Capellanes Militares se sientan responsables del anuncio del Evangelio y de la administración de los Sacramentos donde quiera que haya militares y familiares.
El Santo Padre consideró que el reto de los Ordinarios Militares es evangelizar el mundo militar “haciendo posible el encuentro con Jesucristo y la santidad de vida a la que todos los hombres son llamado”.
“La vida militar de un cristiano, en efecto va en relación con el primero y el más grande de los mandamientos, aquel del amor a Dios y al prójimo, porque el militar cristiano está llamado a realizar una síntesis por la que sea posible ser también militares por amor, cumpliendo el ministerium pacis inter arma”.
Benedicto XVI indicó que la primera característica del soldado debe ser la caridad para socorrer a las víctimas de terremotos y de aluviones, a los refugiados de la guerra, poniendo a disposición del más débil el propio coraje.
Finalmente, el Santo Padre impartió su bendición y recordó que sin Jesús no se puedo hacer nada, y animó a los presbíteros y diáconos a “propiciar un favorecimiento general del corazón, requisito de aquella paz universal a la que todo el mundo aspira”.