El Arzobispo de Valencia (España), Mons. Carlos Osoro, abrió el sábado 15 de octubre el proceso de beatificación de una religiosa carmelita, que fue monja del monasterio de La Purísima Sangre de la localidad valenciana de Ontinyent, donde falleció en 2006 a los 93 años, tras 65 de profesión religiosa, según ha informado el Arzobispado en un comunicado.
La apertura del proceso de María Carmen Crespo Roig, natural de la localidad alicantina de Beniarrés y carmelita de la Antigua Observancia, cuya comunidad ha promovido la causa, tuvo lugar en la iglesia del mismo convento.
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Con el inicio de la causa queda constituido un tribunal para que verifique si ejerció las virtudes cristianas "en grado heroico", según han indicado desde la delegación para las Causas de los Santos del Arzobispado.
El tribunal será el encargado de "reunir testimonios, escritos y documentos sobre la Sierva de Dios" con el fin de "probar si vivió heroicamente las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad; las virtudes cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y las virtudes propias de su condición en este caso como persona consagrada al Señor".
Una vez concluida la fase diocesana del proceso, las pruebas recogidas serán enviadas a la Congregación para las Causas de los Santos de Roma, en donde "seguirán siendo estudiadas", han añadido. En el caso de que la Santa Sede declare las virtudes heroicas de la religiosa, "pondría de relieve la santidad de una persona cristiana en su vivir cotidiano".
Su vida
La religiosa María Carmen Crespo Roig, o Teresa Encarnación, su nombre de bautismo, nació en Beniarrés (Alicante) el 25 de marzo de 1912. "Desde muy niña vivió muy integrada en su parroquia, trabajando incansablemente en sus actividades y movimientos", han añadido.
No obstante, fue durante la Guerra Civil en 1936 "donde su labor se desborda exponiendo su vida por sacerdotes y religiosas que necesitaban su ayuda". En 1941, ingresó en el convento de las religiosas carmelitas de Ontinyent, "en donde vivió por la Iglesia y la salvación de las almas" hasta su muerte el 4 de febrero de 2006.
"Día tras día, Mari Carmen Crespo durante sus 93 años de vida y 65 de profesión religiosa, supo ofrecerle a Dios las alegrías y los sufrimientos con buen ánimo", han dicho. Como carmelita, "fue ejemplo para sus hermanas de religión y para las personas con quien ella trataba y se relacionaba", según las mismas fuentes.
Igualmente, Maria Carmen Crespo tuvo una "sobrecogedora aceptación del dolor" ya que desde bien joven su salud fue frágil. En la recta final de su vida, sufrió una trombosis que la dejó sin movimiento, a la que se añadió el desencadenamiento de los dolores de un viejo cáncer, con la aparición de varios tumores.
Proceso rápido
Se trata, además, "de uno de los procesos más rápidos que se han promovido en la diócesis de Valencia, al haber transcurrido sólo cinco años desde el fallecimiento, gracias sobre todo al impulso que ha promovido la parte actora de este proceso, su propia comunidad religiosa", han añadido.
La fama de santidad de la carmelita "ha ido creciendo rápidamente pasando, no ya los muros del convento, sino más allá de las fronteras nacionales, donde está siendo muy invocada su intercesión", han añadido.