En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la Basílica de San Pedro al concluir el encuentro "Nuevos evangelizadores para la nueva evangelización", el Papa Benedicto XVI señaló que la misión de la Iglesia es hablar de Dios a todo el mundo.
Según señala la nota de Radio Vaticana, el Santo Padre reflexionó en su homilía sobre el texto evangélico en el que Jesús responde a los fariseos "Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César".
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El Papa explicó que "esta palabra de Jesús es muy rica de contenido antropológico, y no se puede reducir solamente al ámbito político. La Iglesia, por tanto, no se limita a recordar a los hombres la justa distinción entre la esfera de autoridad de César y la de Dios, entre el ámbito político y el religioso".
"La misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, recordar su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su propia identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra propia vida".
Benedicto XVI explicó también que Dios es el Señor de la historia y siempre propone una respuesta auténtica a la situación de los seres humanos que "después de la nefasta estación de los imperios totalitarios del siglo XX, tienen necesidad de reencontrar una mirada total del mundo y del tiempo, una mirada verdaderamente libre, pacifica".
Esta mirada, recordó, es la que "el Concilio Vaticano II ha transmitido en sus documentos, y que mis predecesores, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II, han ilustrado con su Magisterio".
Benedicto XVI subrayó que todo fiel debe hacer parte de la tarea de la nueva evangelización, para lo cual es imprescindible rezar constantemente y vivir en comunión con los hermanos.
Además, dijo, "cada misionero del Evangelio debe siempre tener presente esta verdad: es el Señor que tocó los corazones con su Palabra y su Espíritu, llamando a las personas a la fe y a la comunión en la Iglesia".
"La evangelización para ser eficaz, tiene necesidad de la fuerza del Espíritu, que anima el anuncio e infunde en quien lo lleva aquella ‘plena certeza’ de la cual nos habla el Apóstol" San Pablo.
Volviendo a las palabras de Cristo sobre lo que corresponde a Dios y al César, el Papa indicó que con esta valiosa expresión Jesús muestra que Él "en efecto, es verdadero y enseña el camino de Dios según la verdad. Él mismo es este ‘camino de Dios’, que estamos llamados a recorrer. Podemos recordar las palabras de Jesús, en el Evangelio de Juan: ‘Yo soy el camino, la Verdad y la vida’".
"Los nuevos evangelizadores están llamados a caminar en primera fila en este Camino que es Cristo, para hacer conocer a los otros la belleza del Evangelio que dona la vida. Y en este camino, no se camina solo, sino que en compañía: una experiencia de comunión y de fraternidad que se ofrece a cuantos encontramos, para hacer partícipes a los demás nuestra experiencia de Cristo y de su Iglesia".
Así, dijo el Papa Benedicto XVI, "el testimonio, junto al anuncio, puede abrir el corazón de cuantos buscan la verdad, para que puedan alcanzar el sentido de su propia vida".
Benedicto XVI también explicó que si las palabras de Jesús sobre las monedas, en las que estaba acuñada la imagen del César, también son una referencia clara a la imagen y semejanza de Dios que cada persona tiene al haber sido creada por Él.
Por eso, recuerda las palabras de San Agustín al respecto: "si el César reclama su propia imagen tallada en la moneda –afirma-¿no exigirá Dios del hombre la imagen divina esculpida en él?. Y más aún: ‘Como se vuelve a dar a César la moneda, así se vuelve a dar a Dios el alma iluminada y esculpida por la luz de su rostro… Cristo en efecto vive en el interior del hombre’".
"Queridos hermanos y hermanas, ustedes están entre los protagonistas de la nueva evangelización que la Iglesia ha emprendido y lleva adelante, con dificultad, pero con el mismo entusiasmo de los primeros cristianos".
Finalmente el Papa aseguró sus oraciones por quienes se empeñan en la tarea de la nueva evangelización y propuso como ejemplo a la Virgen María, de quien se debe aprender a ser alegres, humildes y "al mismo tiempo valerosos; sencillos y prudentes; equilibrados y fuertes, no con la fuerza del mundo, sino con la de la verdad".