Una hondureña que estuvo muy cerca al Papa Benedicto XVI en la vigilia de oración en el aeródromo de Cuatro Vientos durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid, reveló a ACI Prensa que en tres ocasiones, cada una más firme que la anterior, el Santo Padre se negó a retirarse del lugar ante la tormenta que cayó esa noche.
En Roma adonde llegó para participar en una ordenación diaconal en el Pontificio Colegio Norteamericano, la joven periodista y anfitriona en varios eventos de la JMJ, Erika Rivera, explicó a ACI Prensa que la noche del sábado 20 de agosto "los maestros de ceremonia le preguntaban (al Papa) si quería retirarse porque estaba lloviendo mucho y había un fuerte viento. Él les decía que no se iba a ir. De hecho dos veces movió el índice indicando ‘no, no, no’".
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Por tercera vez los más cercanos a Benedicto XVI le preguntaron si quería retirarse. Esta vez la respuesta del Papa fue más firme, señalando al millón de jóvenes empapados luego de un fortísimo día de sol que superó los 40 grados: "si ellos se quedan, entonces yo también".
"Y cuando dijo eso, nosotros los que estábamos cerca de él, nos pusimos muy contentos de tenerlo como Santo Padre. Así que fue fantástico, una experiencia única", dijo la joven Erika.
En medio de las sillas plásticas volando, bajo los truenos y relámpagos, empapados, cantando y coreando "¡Esta es la juventud del Papa!" y "¡Be-ne-dic-to!", los jóvenes esperaban que el Pontífice reiniciara su discurso. "No teníamos miedo de nada porque podíamos ver que él era el que más sereno estaba", dijo Rivera.
"Transmitía mucha serenidad, mucha calma y por ello, sabes, nos preguntamos confiadamente: ¿qué más nos podría pasar?", añadió.
Cuando la lluvia paró tras unos 15, el Papa agradeció a los jóvenes reunidos y dijo: "gracias, gracias por esa alegría. Gracias por esa alegría y resistencia. Nuestra fuerza es mayor que la lluvia, gracias. El Señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones. Sois un ejemplo".
Tras leer los saludos que había preparado en distintos idiomas vino la adoración eucarística. El Santísimo Sacramento fue colocado en una joya de la orfebrería de Toledo, una custodia del año 1600 de un metro ochenta de alto.
"Fue fantástico, sorprendente. Como una obra de arte. La Eucaristía estaba allí, el Santo Padre también y el futuro de la Iglesia, los jóvenes, también hacían parte de todo. Fue maravilloso", recuerda Rivera.
A dos meses de la JMJ Madrid 2011, la joven hondureña cree que este inolvidable episodio deja una cara lección del Papa para el mundo: "la sociedad moderna toma el camino fácil. Ver al Papa Benedicto dispuesto a quedarse allí, a sacrificarse como Cristo que murió en la cruz por nosotros, fue algo verdaderamente inspirador".