El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, defendió "el recurso al derecho natural, de manera que las leyes no vayan nunca en contra del hombre", ya que es cierto que "gran parte de la materia que ha de regularse jurídicamente puede tener como criterio el de la mayoría, pero en cuestiones fundamentales en las que está en juego la dignidad del hombre, el principio de la mayoría no basta".
Así lo afirma el Obispo en su carta semanal, recogida por Europa Press, y en la que comienza recordando que Jesús ya sentó "un principio de enormes consecuencias para la vida social de los pueblos y de las naciones, que están compuestas por personas individuales", cuando dijo "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
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Se trata, según destacó Mons. Fernández, de "un principio pre-político de importancia capital, también en nuestros días", ya que "muchos de los conflictos que hoy se originan en la convivencia social provienen de no respetar este principio que Cristo ha introducido en la historia y en la convivencia de los hombres y que es un principio que está al alcance de la razón humana".
Esto implica que "la convivencia humana tiene sus leyes propias y su autonomía, que todos hemos de respetar. Pero tales leyes tienen su fuente propia y su propio límite. La autonomía de las realidades temporales significa que la autoridad civil ha de regular la convivencia de todos los ciudadanos a través de los órganos propios de gobierno, pero ha de hacerlo en el respeto a la ley natural y al derecho natural, accesible a toda razón humana".
En consecuencia, "hacer que todo lo gobierne Dios es ignorar que hay que dar al César lo que es del César. Prescindir de Dios o de todo influjo de la religión en la marcha de la sociedad es cerrarse al influjo benéfico que el hombre recibe de Dios a través de la religión".
"El mundo contemporáneo necesita recordar este principio evangélico, que es el fundamento de la libertad religiosa, de la autonomía de las realidades temporales y en definitiva del derecho natural, accesible a la razón de todos los humanos".
Por eso, según subrayó el Obispo en su carta, "sofocar toda relación con Dios so pretexto de autonomía humana, como hace la razón positivista, es como encerrarnos en un edificio de cemento armado sin ventanas, en el que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios".
"Es necesario abrir en nuestra época las ventanas a Dios, que no suprime los derechos del César, sino que los garantiza en una libertad que el hombre sólo alcanza cuando tiene a Dios".