El Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Cardenal Stanyslaw Rylko, explicó las "tres leyes" propuestas por el Cardenal Joseph Ratzinger–Benedicto XVI para el proceso de la evangelización en la que deben estar involucrados todos los fieles de la Iglesia.
En un artículo publicado en la edición del 21 de septiembre del diario vaticano L’Osservatore Romano, el Cardenal Rylko explica la urgencia de la evangelización en el mundo de hoy como misión insustituible de la Iglesia en medio de una sociedad relativista.
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Para explicar las tres leyes propuestas por el entonces Cardenal Ratzinger, el Cardenal Rylko recuerda una ponencia del ahora Papa Benedicto XVI pronunciada el 10 de diciembre del año 2000 en ocasión de un congreso de catequistas y docentes de religión.
En aquella oportunidad, el todavía Cardenal Joseph Ratzinger se refirió a la "crisis de Dios" en el mundo, en el que "con frecuencia los cristianos viven como si Dios no existiese".
Con esa premisa, el Cardenal Ratzinger elaboró tres leyes para la evangelización. La primera es la "ley de expropiación".
Los cristianos, dice el Cardenal Rylko, "no somos los amos sino humildes siervos de la gran causa de Dios en el mundo. Escribe San Pablo: ‘no predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús Señor, en cuanto a nosotros, somos vuestro servidores por amor a Jesús’".
"Por ello el Cardenal Ratzinger subrayaba con fuerza que ‘evangelizar no es simplemente una forma de hablar, sino una forma de vivir: vivir en la escucha y hacer voz del Padre".
La evangelización, prosigue el Purpurado vaticano, "no es entonces más un asunto privado, porque detrás está siempre Dios y siempre la Iglesia" para lo cual es necesario mantenerse en constante oración.
La segunda ley de la evangelización, prosigue el Cardenal Rylko, "es aquella que aflora de la parábola del grano de mostaza". "’Las realidades grandes comienzan en humildad’, decía el Cardenal Ratzinger. Así, Dios tiene una predilección particular por el pequeño".
"La parábola del grano de mostaza dice que quien anuncia el Evangelio debe ser humilde, no debe pretender obtener resultados inmediatos, ni cualitativos ni cuantitativos, porque la ley de los grandes números no es la ley de la Iglesia".
Eso sucede, explica el Cardenal Rylko, porque el amo de la mies es Dios y Él decide los ritmos, los tiempos y las modalidades de crecimiento del grano. Esta ley entonces nos cuida de la desesperanza en nuestro esfuerzo misionero, sin eximirnos de darlo todo como nos lo recuerda el Apóstol de Gentes: ‘quien siembra escasamente, recoge escasamente; quien siembra ampliamente, recogerá con amplitud".
La tercera ley tiene que ver con la muerte del grano de mostaza para dar fruto: en la evangelización siempre está presente la lógica de la Cruz.
Decía al respecto el Cardenal Ratzinger: "Jesús no ha redimido al mundo con bellas palabras, sino con su sufrimiento y su muerte. Su pasión es la fuente inagotable de vida para el mundo, la pasión da fuerza a su palabra".
El Cardenal Rylko recuerda, como ejemplo, la fuerza y el testimonio de los mártires de toda la historia, que constituyen el "gran patrimonio espiritual de la Iglesia y un luminoso signo de esperanza para su porvenir".
Ante los muchos retos y desafíos que se presentan en este tercer milenio, continúa, "la esperanza no debe abandonarnos nunca. El sucesor de Pedro nos asegura que Dios ‘también hoy encontrará nuevos caminos para llamar a los hombres y quiere tener consigo a nosotros como sus mensajeros y servidores’".