Esteban Rodríguez Martín se convirtió en el año 2008 en el primer ginecólogo español en acudir a los tribunales para defender su objeción de conciencia ante el aborto. Tres años después, no se arrepiente de su "no rotundo" a practicar abortos aunque deba pagar un alto precio profesional.
En una entrevista concedida a ACI Prensa desde Roma, donde asiste a un congreso internacional, Rodríguez Martín afirmó que ha debido limitar su trabajo en el Hospital Público Punta de Europa en Algeciras, Andalucía (España), a asistir partos y atender a mujeres con embarazos avanzados, tras oponerse a practicar pruebas de diagnóstico prenatal usadas por muchas mujeres para decidir abortar a sus hijos si, por ejemplo, presentan Síndrome de Down.
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"Cuando mejor diagnóstico prenatal se hace, más abortos se consiguen", y "como médico mi misión es proteger la vida", explicó Rodríguez a quien sus superiores le negaron el pedido de relevarlo de las pruebas de diagnóstico.
"No me quedó más remedio de que un juez arbitrase en el conflicto para la defensa de un derecho fundamental como es la libertad de conciencia y de razonamiento, que es la base de un régimen democrático, porque si no sería vivir en una dictadura, o en una tiranía", explicó.
"¿Tengo que estar fuera, tendré que abandonar la profesión si no me dan la razón los tribunales? Dios lo dirá, pero muchas veces la verdad se demuestra con el martirio. Y ahí estamos los obstetras católicos, en la coherencia ética, porque somos los encargados de custodiar la vida en sus inicios, y esa es nuestra misión en la sociedad", indicó.
El médico señaló a ACI Prensa que la objeción no afecta solo a la conciencia, sino a la ciencia, porque en todo aborto ocurren "hechos científicos: hay un ser humano que muere, hay otro ser humano que mata, y hay una mujer que sufre las consecuencias, y un padre del que no se habla. Pero el ser humano que mata no es la mujer, sino el médico, y eso va en contra de la esencia de la medicina, por tanto el argumento es estrictamente científico".
Rodríguez denunció que los intereses "son tan altos que la sociedad científica no está dispuesta a reconocer estos hechos científicos, y al obstetra no le queda otro remedio que alegar motivo de conciencia, pero las razones son éticas y son científicas, no solo religiosas".
"No quiero ser cómplice, no quiero ser una herramienta, no quiero que se utilicen mis conocimientos técnicos para favorecer una ideología, para favorecer una cultura pro eutanásica, para favorecer los intereses comerciales, políticos e ideológicos de personas que tienen una intención que es contraria a la dignidad del hombre, a la dignidad humana, toralmente carente de ética".
Para Rodríguez Martín, un obstetra católico "debe recobrar el valor de oponerse a los atentados contra la vida, de ser signo de contradicción, de llamar a las cosa por su nombre, al mal, mal, al bien, bien, al pecado, pecado, y a la gracia, gracia".