En la catequesis que ofreció esta mañana en la Audiencia General de los miércoles, el Papa Benedicto XVI reflexionó sobre la importancia de la oración mental en la vida espiritual del cristiano y recomendó a los creyentes incluir en su meditación “los signos positivos que vienen de Dios”.
“A menudo vemos solo las cosas negativas; también tenemos que tener en nuestra memoria las cosas positivas, los dones que Dios nos ha dado, estar atentos a los signos positivos que vienen de Dios y –‘hacer memoria’ de ellos”, indicó el Papa según la traducción difundida por Radio Vaticana.
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“Hablamos de un tipo de oración que en la tradición cristiana viene llamada ‘oración mental’. Nosotros conocemos habitualmente la oración con palabras, naturalmente también la mente y el corazón, han de estar presentes, en esta oración; pero hoy hablamos de una meditación sin palabras, de ‘un tomar contacto’ de nuestra mente con el corazón de Dios”.
El Santo Padre recordó la fiesta de la Asunción celebrada el lunes como “una fiesta de la esperanza”. “María ha llegado al Paraíso y este es nuestro destino: todos nosotros podemos llegar al Paraíso”, indicó.
“Ella estaba en el camino trazado directamente hacia el Paraíso. Creer, confiarse al Señor, entrar en su voluntad: esta es la dirección esencial”, recordó.
María “custodia y no olvida, está atenta a todo cuanto el Señor le ha dicho y hecho y medita, es decir, toma contacto con estas cosas, profundiza en su corazón”.
“Día tras día, en el silencio de la vida ordinaria, María continúa custodiando en su corazón los sucesivos eventos admirables de la que es testigo, hasta la prueba extrema de la Cruz y de la gloria de la Resurrección. María ha vivido plenamente su existencia, sus deberes cotidianos, su misión de Madre, pero ha sabido mantener dentro de sí un espacio interior para reflexionar sobre la palabra y sobre la voluntad de Dios, sobre todo lo que ocurría en Ella, sobre los misterios de la vida de su Hijo”.
El Papa recordó que “en nuestro tiempo estamos absortos por tantas actividades y compromisos, preocupaciones y problemas; muchas veces se tiende a rellenar todos los espacios de la jornada, sin tener un momento para detenerse a reflexionar y a alimentar la vida espiritual, el contacto con Dios”.
“María nos enseña cuán necesario es encontrar en nuestras jornadas, con todas las actividades, encontrar momentos para recogerse en silencio y meditar sobre cuanto el Señor nos quiere enseñar, sobre cómo está presente y actúa en el mundo y en nuestra vida: ser capaces de detenerse un momento, y meditar”.
Meditar “quiere decir crear en nosotros una situación de recogimiento, de silencio interior, para reflexionar, asimilar los misterios de nuestra fe y lo que Dios realiza en nosotros, y no solamente en las cosas que van y vienen”.
“Podemos ‘rumiar’ de varios modos, tomando, por ejemplo un breve pasaje de la Sagrada Escritura, sobre todo los Evangelio, los hechos de los Apóstoles o las Cartas de los Apóstoles, o incluso una página de un autor de espiritualidad que nos acerca, nos hace más presente la realidad de Dios a nuestro hoy, incluso también haciéndonos aconsejar por el confesor o del director espiritual, leer y reflexionar sobre lo que se ha leído, deteniéndose sobre ello, intentando comprenderlo, que cosa me dice, que cosa dice hoy, de abrir nuestra alma a cuanto el Señor quiere decirnos y enseñarnos”.
“También el Santo Rosario es una oración de meditación: repitiendo el Ave María estamos invitados a repensar y a reflexionar sobre el Misterio que hemos proclamado. Pero podemos detenernos también sobre alguna intensa experiencia espiritual, sobre palabras que se nos han quedado impresas al participar en la Eucaristía dominical. Por lo tanto, como veis, existen muchas maneras de meditar y así de tomar contacto con Dios y acercarnos a Dios y de esta forma estar en camino hacia el Paraíso”.
“Queridos amigos, la constancia en el dedicar tiempo a Dios es un elemento fundamental para el crecimiento espiritual; será el Señor mismo a darnos el placer de sus misterios, de sus palabras, de su presencia y acción, encontrar como es bello cuando Dios habla con nosotros; nos hará comprender de manera más profunda que quiere de mí. Al final es precisamente el objetivo de la meditación: confiarse cada vez más a las manos de Dios, con confianza y amor, ciertos que solamente en hacer su voluntad seremos al final verdaderamente felices”, concluyó.