El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, recordó que el crecimiento económico de los países no significa que necesariamente haya un desarrollo integral de la población, debido a las desigualdades que se dan en Argentina y otras naciones.
"Son dos términos que suelen confundirse. Un país se puede felicitar porque crece extraordinariamente su economía y sin embargo no por eso hay en él un verdadero desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres. Ese es el concepto de desarrollo que acuñó el Papa Pablo VI, en 1967, en la Encíclica ‘Populorum Progressio’", afirmó el sábado durante el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor.
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"Benedicto XVI en la Encíclica "Caritas in Veritatis", publicada precisamente para conmemorar 40 años de aquel otro texto de Pablo VI, trata el tema del desarrollo humano integral en la verdad y en la caridad", añadió.
En ese sentido, el Arzobispo señaló que la encíclica de Benedicto XVI critica el crecimiento desigual y las diferencias que se dan incluso en los países ricos. "En las zonas más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora", afirma el texto papal.
Asimismo, dijo, el documento del Pontífice advierte que la corrupción política y económica "es una verdadera calamidad porque afecta directamente a las posibilidades de desarrollo. Se puede seguir creciendo con estos vicios sociales y políticos señalados en la encíclica pero eso impide un auténtico desarrollo".
El texto, indicó, también critica la falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores, "provocada a veces por grandes empresas multinacionales y también por grupos de producción local. Las ayudas internacionales se han desviado con frecuencia de su finalidad por irresponsabilidades tanto en los donantes como en los beneficiarios".
Causas culturales
Sin embargo, Mons. Aguer señaló que "Caritas in Veritate" advierte que también hay "causas inmateriales o culturales del desarrollo y del subdesarrollo" y "modelos culturales y normas sociales de comportamiento que frenan el proceso de desarrollo" de los pueblos.
Dijo que un fenómeno cultural que se da en Argentina es el deseo de hacer dinero rápido y fácil. "No hablo del legítimo deseo de prosperar, sino de un exceso que configura una mentalidad", explicó.
También se refirió al deterioro de la cultura del trabajo, que más allá del desempleo, desvaloriza "el trabajo como fuerza personal de realización. Esto proyectado en términos sociales es tremendo. El clientelismo puede instalarse como una alternativa al empeño, al esfuerzo personal, a la responsabilidad".
"El problema del desarrollo, si se entiende en el sentido de la Doctrina Social de la Iglesia, como desarrollo integral, de todo el hombre y de todos los hombres, no se reduce al hecho del crecimiento económico. Bienvenido sea el crecimiento de la economía, pero hay que resolver muchas otras cosas para que entremos en un proceso decidido y sostenido de desarrollo", insistió.