Al presidir el rezo del Ángelus dominical en su residencia de Castelgandolfo, el Papa Benedicto XVI explicó que sin Dios nada es bueno y que la tarea de todo cristiano es reflejar en su vida el amor y la misericordia que Él tiene con cada uno.
En su reflexión sobre el Evangelio de este domingo en el que Jesús relata la parábola de la cizaña, Benedicto XVI indicó que con estos relatos "el divino Maestro nos invita a reconocer sobre todo el primado de Dios Padre: donde Él no está, nada puede ser bueno. Es una prioridad decisiva para todo".
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Tras señalar que "el Reino de los cielos significa, justamente, Señorío de Dios, y significa que su voluntad debe ser asumida como el criterio-guía de nuestra existencia", el Papa resaltó que el cielo se refiere al "espacio infinito que posee la forma de la interioridad del hombre".
"Jesús compara el Reino de los cielos como un campo de trigo para hacernos comprender que dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido, que sin embargo posee una irreprimible fuerza vital. A pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. Este fruto será bueno sólo si el terreno de la vida será cultivado según la voluntad divina".
Por eso, prosiguió, "en la parábola de la cizaña Jesús nos advierte que, después de que el patrón siembra, ‘mientras todos dormían’ interviene "su enemigo", que siembra la cizaña. Esto significa que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del bautismo, siguiendo con la tarea de alimentar la fe en el Señor, que impide que el mal ponga sus raíces".
Según señala la nota de Radio Vaticana, el Papa resaltó luego que "si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡busquemos parecernos a Él! Éste era el objetivo que Jesús se ponía con su predicación; en efecto, decía a quien lo escuchaba: ‘Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en los cielos’".
Finalmente alentó a dirigirse "con fe a María, a quien ayer invocamos con la advocación de la Virgen Santísima del Monte Carmelo, para que nos ayude a seguir fielmente a Jesús, y así a vivir como verdaderos hijos de Dios".
En español el Santo Padre señaló que "la liturgia de hoy nos presenta a Dios, bondadoso y rico en clemencia, que gobierna el mundo con sabiduría y cuya paciencia no tiene medida, otorgando al pecador el tiempo necesario para la conversión".
"En estos días, que para muchos son de descanso, invito a todos a abrir el corazón a la divina Palabra, para aprender cómo se comporta Aquel que todo lo puede y reflejar en nuestras vidas la grandeza de su amor y misericordia. Que a ello nos ayude la Santísima Virgen María. Feliz domingo", concluyó.