En su discurso a los participantes de la 37° conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Papa Benedicto XVI hizo un enérgico llamado a luchar contra el hambre en el mundo que es el resultado del egoísmo y la especulación.
En su discurso en francés en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa saludó al nuevo director general de ese organismo José Graziano da Silva y agradeció al anterior, Jacques Diouf, el servicio que con "competencia y dedicación" había prestado a la FAO durante sus años al frente de ella.
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"La pobreza, el subdesarrollo y el hambre –dijo– son a menudo el resultado de actitudes egoístas que, partiendo del corazón del ser humano se manifiestan en su actividad social, en los intercambios económicos, en las condiciones del mercado y se traducen en la negación del derecho primario de toda persona a nutrirse y, por lo tanto, a no padecer hambre".
"¿Cómo podemos ignorar el hecho de que hasta los alimentos se han convertido en objeto de especulación, o están ligados a la marcha de un mercado financiero que, sin reglas claras y carente de principios morales, se rige solo por el objetivo del beneficio? La alimentación es una condición que afecta al derecho fundamental a la vida".
"La situación internacional caracterizada por la inestabilidad y el aumento de precios exige respuestas concretas y necesariamente unitarias para lograr resultados que los Estados solos no pueden garantizar".
Esto significa hacer que la solidaridad sea un elemento esencial para todas las políticas y estrategias. "En esta perspectiva –prosiguió– las instituciones de la comunidad internacional deben actuar en línea con su mandato de defender los valores de la dignidad humana eliminando las actitudes de cierre y no dejando espacio a instancias particulares que se hacen pasar por intereses generales".
Benedicto XVI recordó que también la FAO "está llamada a relanzar su estructura removiendo los obstáculos que la alejan del objetivo indicado en su Constitución de garantizar la nutrición, la disponibilidad de la producción de alimentos, el desarrollo de las zonas rurales con el fin de garantizar a la humanidad la libertad del hambre".
El Papa habló a continuación de "la situación de millones de niños que son las primeras víctimas de esta tragedia, condenados a una muerte precoz o a una merma de su desarrollo físico y psíquico" y señaló que "la atención a las generaciones más jóvenes puede ser una manera de combatir el abandono del trabajo rural y agrícola".
Asimismo lamentó que "a pesar de los compromisos adquiridos y las obligaciones resultantes, la asistencia y ayuda práctica se limitan a menudo a las emergencias, olvidando que una concepción coherente del desarrollo debe ser capaz de diseñar un futuro para cada persona, familia y comunidad mediante la promoción de metas a largo plazo".
Por lo tanto, se debe apoyar aquellas iniciativas "encaminadas a redescubrir el valor de la empresa familiar rural y sostener su papel central para lograr una seguridad alimentaria estable".
"La seguridad alimentaria es una exigencia auténticamente humana. Garantizarla para las generaciones actuales y futuras también significa proteger los recursos naturales de una explotación frenética ya que la carrera al consumo y al derroche parece hacer caso omiso de la atención por el patrimonio genético y la diversidad biológica, que son tan importantes para la actividad agrícola".
Finalmente el Papa indicó que "en este momento en que los muchos problemas que afectan a la actividad agrícola están acompañados por nuevas oportunidades que contribuirían a mitigar el drama del hambre, podéis trabajar para que, garantizando una alimentación que responda a las necesidades, cada persona crezca según su verdadera dimensión de criatura hecha a semejanza de Dios".