En su habitual catequesis de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Benedicto XVI señaló que los salmos son el libro de oración por excelencia en los que el ser humano puede aprender a rezar del mismo Dios para encontrarse con Él, para encontrar consuelo y amor ante la desolación y el dolor.
Continuando con sus catequesis sobre la oración, ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa señaló que en los 150 salmos bíblicos que componen el Salterio "encuentra expresión toda la experiencia humana" y "la entera realidad del creyente confluye en las oraciones que el pueblo de Israel primero y la Iglesia después han acogido como mediación privilegiada de la relación con el único Dios y como respuesta adecuada a su revelación en la historia".
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En los salmos, dijo Benedicto XVI, se puede identificar dos ámbitos principales: "la súplica ligada al lamento, y la alabanza, dos dimensiones relacionadas y casi inseparables. La súplica está animada por la certeza de que Dios responderá, y esto abre a la alabanza y a la acción de gracias, que surgen de la experiencia de la salvación recibida, que presupone la necesidad de ayuda que la súplica expresa".
De esa forma, prosiguió, "en la oración de los Salmos, la súplica y la alabanza se entrelazan y funden en un canto único que celebra la gracia eterna del Señor que se inclina sobre nuestra fragilidad".
Los salmos "enseñan a rezar. En ellos la Palabra de Dios se convierte en palabra de oración. (...) El que reza los Salmos habla a Dios con las mismas palabras de Dios, dirigiéndose a Él con las palabras que nos enseña" y "a través de esas palabras también es posible conocer y acoger los criterios de la acción de Dios y acercarse al misterio de sus pensamientos y de sus caminos, para crecer siempre más en la fe y el amor".
Así, enseñándonos a rezar, los salmos "nos enseñan que incluso en la desolación y en el dolor, la presencia de Dios es fuente de asombro y consuelo; se puede llorar, suplicar, interceder (...), pero con la certeza de que estamos caminando hacia la luz, donde la alabanza será definitiva".
El Papa dijo luego que igual de importante y significativas son "la forma y la frecuencia con que las palabras de los salmos se retoman en el Nuevo Testamento, asumiendo y subrayando el valor profético sugerido por los lazos del Salterio con la figura mesiánica de David".
"En el Señor Jesús, que oró durante su vida terrena con los Salmos, éstos encuentran su realización definitiva y revelan su sentido más profundo y completo. Las oraciones del Salterio, en las que se habla a Dios, nos hablan de Èl, nos hablan del Hijo, imagen del Dios invisible que nos revela plenamente el rostro del Padre".
Finalmente el Papa afirmó que "el cristiano, pues, rezando los salmos, reza al Padre en Cristo y con Cristo, asumiendo esos cantos en una nueva perspectiva, cuya clave final es el misterio pascual".
En su saludo en español el Santo Padre se dirigió de manera particular a los grupos provenientes de España, Colombia, Venezuela y otros países latinoamericanos.
"Os invito a que aprendáis de los Salmos a hablar con Dios y, repitiendo la súplica de los apóstoles, Señor, enséñanos a orar, abráis el corazón para acoger la plegaria del Maestro, en la que toda oración llega a su culmen. Muchas gracias", concluyó.