El Arzobispo de México (México), Cardenal Norberto Rivera Carrera, viajó este miércoles a la Diócesis de Osma-Soria (España), para participar en la ceremonia de beatificación de Mons. Juan de Palafox y Mendoza el 5 de junio.
También estarán presentes el Arzobispo de Puebla, Mons. Víctor Sánchez y sus obispos auxiliares, Mons. Eugenio Lira Rugarcía y Mons. Dagoberto Sosa Arriaga; además de los obispos españoles.
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También se espera que unos dos millones de fieles acudan a venerar las reliquias del futuro beato, colocadas en una urna de plata en una capilla especial.
El Cardenal Rivera publicó recientemente una carta pastoral en la que invita a los mexicanos a unirse a la celebración que se realizará en España, así como en el homenaje que la Arquidiócesis de México hará del 17 al 23 de junio, denominado "Semana Palafoxiana".
Indicó también que las personas que participen en la recepción de las reliquias el 22 de junio en la catedral de México, recibirán indulgencia plenaria.
El futuro beato
Juan de Palafox y Mendoza nació en el seno de una familia noble y poderosa, y gobernó por encargo de su padre el marquesado de Ariza. Muerto su padre en 1625, asumió la tutoría de sus tres hermanastros.
Palafox acudió a las cortes de Aragón convocadas por Felipe IV y el conde duque de Olivares lo nombró fiscal del Consejo de Guerra y, más tarde, del Consejo de Indias. Durante esos años, Palafox llevó una vida que él mismo describiría más tarde como marcada por "todo género de vicios, de entretenimientos y desenfrenamiento de las pasiones".
Pero la grave enfermedad de su hermana y la muerte de personas cercanas a él lo llevaron a una conversión radical que desembocó a su ordenación sacerdotal en 1629.
En 1630 fue nombrado Obispo de Puebla de los Ángeles (México) y Virrey de Nueva España. Después de una ardua labor apostólica en México, regresó a España, donde falleció el 1 de octubre de 1659.
"La cama en que muero doy al hospital, para que de lo que procediese, se socorra a los pobres; quiero morir en la cárnica pobreza con que solía vivir, o si no, en el suelo, reconociendo la humildad con que debe acabar criatura tan miserable y a imitación de mi Señor Jesucristo, que murió en una cruz por mí", expresó Mons. Palafox en su testamento.