En su discurso a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Marcos ayer en Venecia, el Papa Benedicto XVI alentó a custodiar el equilibrio que debe existir entre fe y razón para que el hombre conozca el verdadero bien que es Dios.
"Invito a todos ustedes queridos venecianos a buscar y custodiar siempre, la armonía entre la mirada de la fe y de la razón que permite a la conciencia percibir el verdadero bien, de modo que las decisiones de la comunidad civil estén siempre inspiradas en los principios éticos que corresponden a la profunda verdad de la naturaleza humana", alentó el Papa en su discurso.
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Según informa Radio Vaticana, el Papa recordó a los distintos pontífices que esta tierra ha dado a la Iglesia, destacó el cariño de los venecianos por el Santo Padre y resaltó el carácter de "singular apertura que desde siempre ha caracterizado Venecia, encrucijada de personas y de comunidades de todas las proveniencias, culturas, lenguas y religión", que han hecho que esta ciudad sea en los siglos puente entre Occidente y Oriente.
"También en nuestra época, con sus nuevas perspectivas y sus complejos desafíos, ella está llamada a asumir importantes responsabilidades relativas a la promoción de una cultura de acogida y de compartir, capaz de lanzar puentes de diálogo entre los pueblos y la naciones; una cultura de la concordia del amor, que tiene sus sólidos fundamentos en el Evangelio".
El Santo Padre no dejó de destacar el esplendor de los monumentos y la fama de las instituciones seculares que manifiestan la historia gloriosa y el carácter de los venecianos a quienes calificó de personas "honestas, laboriosas, dotadas de gran sensibilidad, de capacidad organizativa y de aquel lenguaje cotidiano que se conoce como ‘sentido común’".
De todo este patrimonio, Benedicto XVI quiso destacar aquellos que surgieron de "la fe transmitida por los primeros evangelizadores que se radicó cada vez más profundamente en el tejido social, hasta ser una parte esencial".
El Papa destacó esta herencia recordando los dos importantes santuarios, que nacieron en cumplimiento de votos para obtener de la divina Providencia la liberación de la plaga de la peste, es decir, la Basílica del Redentor y el Santuario de la Virgen de la Salud.
"Vuestros Padres sabían bien que la vida humana está en las manos de Dios y que sin su bendición el hombre construye en vano. Por lo tanto, visitando vuestra ciudad, pido al Señor que donde a todos ustedes una fe sincera y fructífera, capaz de alimentar una gran esperanza y una paciente búsqueda del bien común".
El Papa finalizó su saludo en el muelle recordando que este domingo se celebra la pascua semanal del Señor e invocó sobre todos la protección materna de María:
"El hombre no puede renunciar a la verdad sobre sí mismo, sin que sufra el sentido de la responsabilidad personal, la solidaridad hacia los demás, la honestidad en las relaciones económicas y de trabajo".
Tras este saludo a los venecianos, Benedicto entró en la basílica donde veneró las reliquias de San Marcos, traídas a Venecia en el siglo XI desde Alejandría.